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RICARDO GROBAS |
Se acabaron las excusas para el Celta. El panorama ha pasado en
las últimas semanas del gris al negro preocupante y urge una reacción. 15 días
en descenso son demasiados para un equipo que necesita una victoria como el
comer. El buen juego, la falta de gol o la mala suerte son expresiones que ya
aburren al entorno celeste. Los elogios del rival y el posterior
acuchillamiento se han convertido en una rutina que ya agota. El margen de error se
está terminando mientras el calendario va hacia atrás, convirtiendo el triunfo
en una obligación. El problema es que este ha de llegar lejos de Balaídos,
donde los de Paco Herrera presentan un bagaje descorazonador. Además, en las
últimas fechas, ni tan siquiera han encontrado ese fútbol valiente y alegre que
apaciguó algún que otro pinchazo en el pasado. El cambio en el juego y sobre
todo en el marcador es el gran reto de los vigueses ante un Getafe que tampoco
atraviesa su mejor momento. Europa se aleja para los de Luis García, quienes
precisan de un nuevo triunfo para cortar su mala racha (sólo 1 victoria en los
últimos 9 partidos).
Herrera tiene un
problema en el centro del campo. Por segunda vez en lo que va de campaña no
podrá contar con Borja Oubiña, posiblemente el único jugador insustituible del
equipo. Y es que el canterano, una vez marchado Cristian Bustos en el mercado
de invierno, es el único mediocentro defensivo en plantilla. Su baja
probablemente sea cubierta por Jonathan Vila, un pivote reconvertido a central
que Herrera ya utilizó en lugar de capitán en el encuentro de Copa en el
Santiago Bernabeu. La otra opción, menos probable, es la de Natxo Insa como
acompañante de Álex López. Por su parte, Túñez tampoco ha entrado en la
convocatoria al no haberse recuperado de su lesión, pero su ausencia es más
sencilla de cubrir con la vuelta de Cabral al eje de la zaga. Quique de Lucas
completa el parte de bajas por lesión en una convocatoria de la que se ha caído Toni y
en la que, sorprendentemente, ha entrado el todavía juvenil Santi Mina.
En sala de prensa,
Herrera afirmó que la llegada de Orellana permite al equipo apostar por un
sistema más definido tanto fuera como en casa. Esto invita a pensar en que el
técnico catalán repetirá el once de la pasada semana a excepción de las
consabidas ausencias por lesión y sanción y de la vuelta de Roberto Lago al
lateral izquierdo. Así, los celestes saltarán al Coliseum Alfonso Pérez con
Varas en portería y una línea de cuatro con Joni, Cabral, Demidov y el propio
Roberto Lago. Vila y Álex López ocuparán el doble pivote, mientras que por
delante jugará una línea de tres mediapuntas compuesta por Augusto Fernández,
Krohn-Dehli y Fabián Orellana. En punta, como hombre más adelantado del Celta,
el indiscutible Iago Aspas.
Por su parte, el
Getafe llega al choque con urgencias, no tantas como los olívicos, pero
urgencias al fin y al cabo. Y es que los madrileños, un equipo diseñado para
pelear por Europa, se encuentra ahora mismo en tierra de nadie, algo lejos de
la sexta plaza y con cierto peligro de acabar metiéndose en la lucha por evitar
el descenso. Los de Luis García, quien cumple su partido número 100
en Primera División, presentarán su equipo de gala con la única ausencia de
Lafita, renqueante todavía de su lesión.
Esto significa que
Moya estará en la portería con una defensa por delante formada por Valera,
Alexis, Rafa y Miguel Torres. Borja y Xavi Torres ocuparán el doble pivote
justo por detrás del trío formado por Pedro León, Barrada y Diego Castro.
Arriba, como única referencia ofensiva, estará Adrián Colunga.
Ayza Gámez, del
comité valenciano, impartirá justicia en un choque que dirimirá muchas
incógnitas. En el bando local, revelará si los azulones cuentan con la suficiente capacidad como para luchar por
Europa. En el lado visitante, descifrará si los chicos de Paco Herrera están
atravesando un bache o viven inmersos en una profunda crisis. Las excusas se
han terminado para el Celta y toca afrontar la realidad actual. Una realidad en
la que cada partido es más importante que el anterior y en el que la victoria,
dada la situación del equipo, empieza casi a concebirse como una obligación.
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