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| BEATRIZ GUZMÁN |
Paco Herrera se encontró ante la disyuntiva de decidir qué jugador ocuparía el hueco dejado por el sancionado Oubiña. De todas las opciones que tenía, ninguna le acababa de convencer y terminó optando por Natxo Insa, que el tiempo demostró no ser la más idónea. Vaya por delante que un servidor, que no sabe tanto de fútbol como Herrera, también apostaba por el valenciano, ya que sus características me convencían más que las de Jonathan Vila, Pranjic o Cabral, que eran los otros aspirantes.
Creía que Insa era lo suficientemente intenso como para adaptarse al rol de pivote defensivo sin excesivo problema, pero lo cierto es que el de Cocentaina se vio desarbolado prácticamente desde el minuto uno. No fue la elección adecuada y el equipo lo pagó, y aunque la culpa de la derrota no fue suya ni mucho menos, es innegable que tuvo mucho que ver en la mala imagen que dio el Celta.
El gran problema es que el Celta se ha quedado sin un recambio claro para Oubiña tras la salida de Bustos. El alicantino no aporta lo que da el capitán, pero cubre su hueco aportando otra serie de virtudes que también pueden ser útiles para un equipo. Lamentablemente se prescindió de él, e incluso en Vallecas, cuando sí estaba, Herrera optó por Cabral, pero ayer le hubiese venido bien al Celta para, al menos, darle consistencia en defensa. Cierto que el equipo perdería en ataque, pero al menos no se convertiría en una verbena en la retaguardia.
Y sin queres cargar las tintas contra el bueno de Natxo Insa, no hace falta más que ver el segundo y el tercer gol del Getafe para darse cuenta de que el valenciano estaba fuera de lugar. En ambos es el encargado de defender al goleador, y en ambas ocasiones la pelota acabó dentro de la portería de Javi Varas. Herrera corrigió el error en la segunda mitad dando entrada a Jonathan Vila, que no tiene tanto toque de balón, pero está más adaptado a esa posición. Creo que Herrera también lo ha comprendido y que la próxima vez que se vea en esta misma situación optará por el de Porriño.
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