"No nos damos cuenta de que con este tipo de decisiones nos estamos cargando el fútbol, Si es involuntaria, se puede pitar mano, pero no favorece nada el espectáculo que un equipo se quede con diez por esta situación". Paco Herrera no pudo ser más concluyente el sábado al analizar la segunda tarjeta amarilla que Paradas Romero mostró a Augusto Fernández dejando al Celta en precario.
El técnico céltico censuraba una conducta que parece haberse generalizado entre los árbitros españoles, la de sancionar con tarjeta amarilla cualquier mano, pero tiene sobrados motivos para sentirse perjudicado. Porque llueve sobre mojado. La expulsión de Augusto es la segunda que recibe el Celta este curso por culpa de una mano intrascendente para el desarrollo del juego. En la undécima jornada, disputada el pasado 10 de noviembre en el estadio de Vallecas, Álvarez Izquierdo mostró la segunda tarjeta amarilla a Gustavo Cabral después de que el zaguero céltico se cubriese la cara para protegerse de un balonazo. La expulsión del central argentino obligó al Celta a jugar casi un hora en inferioridad numérica y permitió al Rayo Vallecano remontar un partido que tenía perdido. Los célticos, que ganaban 2-0 a seis minutos del descanso, acabaron perdiendo por 3-2. En este caso no pudieron siquiera conservar un punto, como ocurrió el pasado sábado en Balaídos ante la Real Sociedad.
Tanto Paradas Romero como en su momento Álvarez Izquierdo se cubrieron sin embargo las espaldas en el acta arbitral. Aunque se producen en distintas circunstancias, los dos colegiados relatan la situación de modo idéntico: "Fue amonestado por jugar el balón con la mano, cortando la posibilidad de ser jugado por el adversario". Esta muletilla, imposible de recurrir, se ha generalizado para describir todo tipo de circunstancias.
Borja Oubiña, se sumó ayer a las críticas del técnico. "Si no eres el Real Madrid o el Barcelona, jugar con uno menos en Primera División cuesta mucho. Nunca se sabe cómo habría acabado el partido, pero, sin la expulsión seguro que habríamos tenido muchas más opciones", destacó el capitán celeste, que abogó por una modificación del reglamento. "Ya no sé si es cosa de este árbitro en concreto o del reglamento. Habría que cambiar el reglamento. Las manos intrascendentes en el juego no pueden ser tarjeta amarilla. Hay una especie de vacío legal con este tema que se debería resolver porque, dependiendo del árbitro la puede pitar o no", apuntó.
El medio centro, con todo, se mostró partidario de pasar página en torno a la cuestión arbitral. "Son cosas que no podemos controlar. Los árbitros se equivocan. Salvo si eres el Madrid o el Barcelona, a la larga, te sientes perjudicar" , comentó. Y agregó: "Sería cuestión de que los árbitros se sienten y lo arreglen porque no puede tener la misma consideración el juego violento que una mano involuntaria". La cuestión es que ningún punto del reglamento establece que una mano, incluso si es intencionada, deba ser castigada con una amonestación. "Tampoco existen ningún instrucción precisa para todas las manos se señalen con tarjeta amarilla ", aclara Fernando Iglesias, responsable de la delegación viguesa del Comité Nacional de Árbitros. "En una reciente reunión en Santander sí que ha habido una directriz para que se amoneste en dos situaciones: cuando intencionadamente se corta el avance del adversario con el movimiento de la mano hacia el balón o cuando se marca un gol con la mano", explica Iglesias. Ni Gustavo Cabral ni Augusto Fernández resultaron expulsados por alguno de estos dos casos.
Julio Bernardo / Faro de Vigo
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