Lágrimas a Hugo Mallo (Video de Karpinha)


DAVID RAMOS
Como yo, muchísimos celtistas estaban ilusionadísimos por el partido copero de la semana pasada ante el Madrid. La gesta era complicadísima, pues un Madrid enrabietado necesitaba una victoria para apaciguar las iras periodísticas (y la de Julián Ruiz) en la capital española.  Pero quién si no, era capaz de ganarle al Madrid y luego caer trágicamente más adelante, de forma absurda. El caso es que no se ganó, pero como mínimo no se perdió de forma excesivamente absurda. Pero sí que se perdió de manera trágica. 

Andrés Túñez, que venía de una maratón de partidos increíbles durante toda la temporada vio en Madrid como sus músculos no dieron para más y lo apartaron del partido, y de los terrenos de juego durante un mes aproximadamente, en el descanso en el Bernabéu.  Pero el punto negativo del partido, y de la temporada (junto con Samuel, que tampoco te olvidamos), que esperemos que sea la última de temporada, fue la lesión de Hugo Mallo. 

Sí, de nuestro Huguito. De aquel joven chaval que ya con Eusebio nos empezó a ilusionar. De aquel chaval que poco a poco, con fuerza, casta, coraje, humildad, clase y mucho, pero que mucho trabajo pasó de ser un prometedor juvenil a uno de los laterales más codiciados de Primera por su calidad y su juventud, apuntando a la Selección Española de una manera muy seria. De aquel chaval que estuvo nominado al balón de Oro en el mundial sub-20 del verano pasado, de aquel chaval que ha logrado desquiciar a Cristiano Ronaldo hasta el punto de provocar su “casi-expulsión”… 

Pero, por encima de todo, de aquel joven chico que entrenaba cada día en A Madroa con una sonrisa de oreja a oreja, sabedor de que su sueño se había cumplido, y que lo que más quería era jugar con su equipo cada fin de semana, y para deleite de todos y de él mismo, lo hacía. 

La pasada semana, los celtistas vivimos una desgracia, pero Hugo fue el primer celtista en llorar. No fue el único, porque para un servidor Hugo Mallo es todo un ejemplo, no sólo de calidad futbolística, si no de calidad humana. Un jugador que quiere jugar en su equipo y triunfar ahí, sin importarle en exceso su salario, así lo demuestra. 

Con la lesión de Hugo, un servidor no pudo contener las lágrimas en un bar vacío de esperanzas gallegas, pero sí lleno de afán madrileño. Lloré con orgullo, porque esas lágrimas demostraban amor a un club que no muchos del local supieron entender. Algunos me miraron extrañados, otros aplaudieron, y otros siguieron atacando verbalmente al joven marinense. Pero yo, ya estaba fuera del partido, al igual que Hugo. No podía aguantar ver su cara de dolor, sus lágrimas y su salida en camilla sin desprender ni una sola lágrima. Me daba igual el partido, porque nuestro Hugo, un trozo de pan en toda regla, se rompió. 

Mallo es un futbolista diferente a muchos, y todo un símbolo del actual Celta. Por eso, sé que a un chaval tan fuerte como él no tardará en volver, pero como sólo pueden hacer los más grandes, estoy seguro de que "Hugo Boss" volverá más fuerte, volverá más rápido y volverá mejor que nunca. 

Para ello, todas palabras de ánimo son pocas. Y para ello, una aficionada celtista también diferente al resto como Karpinha, creó un vídeo para el lateral celeste. Y, adaptando el refrán, como vale más un vídeo de Karpinha que mil palabras de un servidor, os dejo por otro vídeo, pero a la vez diferente realizado por la genial Karpinha.

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