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LOF |
Tres también han sido los meses
que han pasado desde la última victoria en casa, aparente feudo inexpugnable en
los primeros compases de Liga y marca numérica mejorable para soñar con otro
año en Primera. Eso sí, del mismo modo, a domicilio hace falta que las cuentas sean
más positivas. Todo vale. Todo suma. Los campos grandiosos ya son historia.
Este Celta necesita mejorar urgentemente en las dos áreas (esperemos que
Demidov asegure mejor la propia) y, como dice Paco Herrera, “tiene que haber
mucha más pasión para ganar el partido, mucha más pasión en las jugadas de
ataque. Eso es lo que tenemos que conseguir”. Lo que sucede, querido ‘Paquiño’,
es que de tu once, tus cambios y el espíritu que les inculcas sale gran parte
de todo esto. No reinventes. Ataca. No sabemos jugar a otra cosa.
El Valladolid, primer rival del 2013, visitará Balaídos con sus 22 puntos, siete más que el Celta, y la reciente condición de gran enemigo celeste por la segunda plaza de ascenso directo durante la pasada campaña en Segunda. Lo están haciendo muy bien, pero, frente a frente, la épica todavía nos pertenece. Cuando Joan Tomás marcó en el último suspiro de Zorrilla el 1-2 aquel 3 de marzo de 2012 todos sabíamos que restaban muchas batallas por superar, pero la más grande se había conseguido. Así fue por los 85 puntos vigueses y los 82 pucelanos tras la jornada definitiva.
A Djukic se le calentó la boca a finales de mayo, con tres
partidos por disputarse, acusándonos de comprar a nuestros adversarios. Penoso
ejercicio intelectual. Envidia cochina. Un estímulo espléndido para que los célticos
se comiesen el césped en 180 minutos agónicos. No cuenta la pachanga frente al
Córdoba. Cualquiera haría lo mismo. Por lo tanto, aquí y ahora depende de
nosotros seguir siendo los héroes.
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