![]() |
ÓSCAR VÁZQUEZ |
Cuenta la tradición que los reyes magos eran tres, sin embargo en Moaña solo tienen uno. Y no necesitan más, la verdad. Se llama Iago y se apellida Aspas. Forma parte de una familia en la que el fútbol está muy arraigado. Su hermano Jonathan jugó en el Celta, Cristóbal Juncal es tío suyo y también es futbolista profesional, y Aitor Aspas, que hasta hace poco estuvo en el juvenil del Celta, es su primo. Con semejante cantidad de genes en la familia es normal que Aspas tenga esa facilidad para este juego, pero lo que es más extraordinario es la tremenda facilidad que tiene para hacernos felices.
Y es que este Rey Mago no solo reparte felicidad entre los niños de Moaña, también le toca a los niños de Vigo, Redondela, Pontevedra, Ponteareas, Mos, Porriño, Tui, Vilagarcía, Sanxenxo, Ribeira, Ourense, Lugo, Chantada, Rábade, Santiago, Negreira y tantas y tantas localidades gallegas, incluída A Coruña. Sí, en A Coruña también hace feliz a algún niño, y en el resto del mundo, allá donde haya un niño celtista alcanza la magia de Aspas.
Aspas demostró hoy que los últimos partidos antes del parón navideño fueron una anécdota. El moañés volvió a ser él mismo, anotó dos goles, pero eso solo fue parte de su excelente trabajo. Provocó un penalty, se fajó con la zaga rival, bajó a recibir balones, cayó a bandas y siempre ofreció una salida a sus compañeros cuando estaba asfixiados. Iago Aspas es pura magia porque cuando tiene el balón en los pies es un ilusionista. Los rivales intentan sin éxito averiguar cual es el truco, pero no logran desmontarlo. Y nunca revelará su secreto.
0 comments:
Publicar un comentario