Otra vez. El aficionado céltico podría reunir una colección
de partidos a lo largo de esta temporada en los que su equipo se ha marchado
con menos botín del merecido, en los que por unas cosas o por otras, por
pequeños errores propios o por virtudes ajenas, los puntos se han marchado en
otra dirección. Valdría para llenar una videoteca. Cada uno con sus
particularidades, pero todos con el mismo final.
El de ayer en el Vicente Calderón no fue el mejor de ellos. Los de Paco
Herrera buscaron el 0-0 e hicieron méritos para conseguirlo. Pagando el peaje
de una renuncia absoluta al fútbol ofensivo, sin duda su gran valor, fiaron sus
opciones de puntuar en la solidez defensiva. Y el plan funcionó. Ni un solo error
más allá de una mala entrega de Oubiña que terminó con un disparo de Koke a la
madera. Por lo demás, uno de los mejores partidos en defensa de un Celta muy
serio. Quizás el mejor, por la calidad del adversario que había enfrente. Pocas
veces Falcao habrá tenido tan poca participación en un partido. Anulado por
Túñez y Cabral, el colombiano apenas inquietó. Lo mismo se puede decir de los
Diego Costa, Arda Turan, Koke o Cebolla Rodríguez. El Celta desactivó al
Atlético.
Pero en el fútbol la perfección no es garantía de éxito. Adrián, un
jugador con muchas virtudes pero un gran problema en la definición, cazó un
rechace en la frontal y empaló con la pierna mala a falta de 13 minutos para la
conclusión. Podía haberse ido al Manzanares, pero ese balón tomó dirección
portería y acabó colándose por la escuadra derecha de la portería de Javi
Varas. Todo el trabajo realizado se derrumbó de repente.
Fue entonces cuando el Celta se acordó de que también podía atacar. Y
tal como hiciera ante el Betis, con la soga al cuello demostró que si quiere,
puede. No fue un asedio, pero en tan sólo 5 minutos tuvo dos aproximaciones al
área que bien pudieron terminar en gol. En la primera, Aspas no llegó al centro-chut
de Hugo Mallo. En la segunda, el delantero moañés se resbaló previo lanzamiento
de un libre directo en una posición inmejorable.
Cuando renuncias al balón y juegas todas tus cartas a mantener un
marcador desde el inicio del partido, pueden pasar cosas como esta. Sin
necesidad de un error propio, un detalle de calidad del adversario puede echarlo
todo por tierra. El Celta, una vez más, ha demostrado que su solidez defensiva
va in crescendo. Sin embargo, esa
mejoría en la contención está siendo contemporánea en el tiempo con una caída
en la creación. El fútbol de los celestes ya no es el del inicio de campaña.
Aspas, como es lógico, ha bajado su nivel y de momento no hay ningún otro
futbolista de ataque que se esté echando el equipo a la espalda. Quizás la
mejor noticia de ayer fue el buen nivel mostrado por un Álex López que, desde
la mediapunta, se pareció y mucho al futbolista del curso pasado.
Un año maravilloso se cierra con derrota, la tercera consecutiva. Los números
son para preocuparse, pero tampoco para alarmarse. El Celta comerá el turrón
fuera del descenso, habiendo visitado ya las canchas más complicadas de la
categoría y dando la sensación de que mejorando ciertos detalles cuenta con
argumentos futbolísticos más que suficientes para no formar parte de la terna
de equipos descendidos a final de curso. Hacer pleno de puntos en los dos
próximos compromisos, ante Valladolid y Espanyol, sería clave para alejar los
fantasmas.
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