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| ANDRÉ TABOADA |
Cuando llegó a Vigo este verano, Samuel Llorca confiaba en poder demostrar en Primera lo que venía haciendo en los últimos años en la categoría de plata. Después de pasar por Hércules y Elche, el alicantino se había ganado la reputación de central sólido, con buen desplazamiento en largo y relativa facilidad para anotar sus dos o tres goles por temporada gracias a su potente juego aéreo. Todo ello llevó al Celta a abonar 400.000 para hacerse con sus derechos.
Sin embargo, cuando han pasado siete jornadas desde el inicio del campeonato, Samuel Llorca no ha logrado alcanzar su sueño de debutar en Primera, y es uno de los habituales descartes de Herrera en las convocatorias, condición que comparte con Jonathan Vila, con quién suele rotarse a la hora de quedarse fuera de la lista definitiva. Gustavo Cabral le ha ganado la partida, y de momento no se ha perdido ningún partido, ni por lesión ni por sanción. Las opciones del alicantino pasan por una ausencia de Cabral o de Túñez, que enviaría al argentino a la posición de central izquierdo.
Desde su llegada a Vigo, Bustos ha sido el encargado de ejercer como perfecto anfitrión de su paisano alicantino. Hoy en rueda de prensa, el mediocentro celeste defendió a su compañero de equipo: "Está trabajando muy bien, con fuerza e ilusión, para cuando llegue la oportunidad, que seguro que le llegará, demostrar su nivel y lo buen futbolista que es", explicó Bustos que aseguró que "cuando alguien no juega hay que apoyarlo para que sienta el calor y el cariño de los demás. Está ilusionado y feliz por como va el equipo y esperando su oportunidad", para añadir nuevamente: "que le llegará seguro".
Una oportunidad que le podría llegar en la próxima eliminatoria copera, que se disputa en las próximas semanas, o incluso cuando alguno de sus compañeros se ausente por lesión o sanción. Sorprende su suplencia por lo invertido en un futbolista que llegó a Vigo sin experiencia en Primera, pero con un recorrido amplísimo por la categoría de plata, donde se hizo con un nombre. El salto a Primera fue natural, aunque más abrupto de lo que él pudiese esperar.
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