Porque la vida es sueño


Foto: atlantico.net

Cierra los ojos. Deja atrás la realidad. Lleva tu mente hacia un mundo paralelo. Imagina un universo lejos de lo establecido. Piensa que a veces los milagros ocurren. Recuerda el pasado. Regresa a un tiempo anterior. Acuérdate de cómo fue. Rememora por qué ocurrió. Vuelve a recrearlo. Saboréalo una vez más. Termina de creértelo. Cuestiona su verosimilitud. Confirma su veracidad. Compártelo con un amigo. Cuéntale qué pasó.
   
Háblale de Baiano, de su remate al larguero y de la repentina aparición de Contreras. Infórmale sobre Robinho, idolatrado en Cádiz y difuminado aquella noche. Explica la remontada blanca, el gol del “Gordito” y el zarpazo de la “Bestia”. Recuerda la mano de Pavón, el error de Canobbio y el cabezazo de Núñez. No olvides lo inolvidable: el disparo al travesaño, el balón en la raya y el gol en el marcador. Comenta las portadas de periódico, acuérdate del Villarato, ríete de la poca memoria de algunos.
   
Avanza un año en el tiempo. Cambia el rojo por el mandarina. Cuenta el contraataque perfecto, el pase del uruguayo y el tanto de un brasileño. Háblale del empate de Emerson, de los pitos del Bernabeu, de la lacra a balón parado. No obvies las protestas del entrenador italiano, recuerda la expulsión perdonada al 14 local. Explícale el error de Reyes, el pase de Ángel y la venganza de un colchonero. Sonríe con la celebración de Harry Potter.
   
Ahora regresa al presente. Conciénciate de la dificultad de repetirlo. Ilusiónate con la posibilidad de conseguirlo. Coge tu bufanda. Pon la camiseta. Viaja en avión, tren, coche o televisión. Entra en el estadio. Muérdete las uñas. Sufre. Grita. Mira a tu alrededor. Piensa que todo es posible. Acuérdate de que la vida es sueño, pero que los sueños, a veces, realidad son. Abre los ojos. 

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