Este próximo fin de semana se cumplirá un año de la derrota
sufrida por el Celta en Balaídos a manos de la Unión Deportiva Las Palmas. Fue
un tropiezo difícil de asimilar, de los que duelen, fruto de un balón parado
mal defendido en los últimos instantes. Los vigueses no terminaban de arrancar
y se mostraban muy endebles como locales. Caer ante los insulares fue la gota
que colmó el vaso para un equipo que año tras año veía como los malos
resultados en su propio feudo lo alejaban de sus objetivos. Desde entonces,
como si de una conjura se tratase, Balaídos ha recuperado en cierta manera su fortaleza
de antaño. Una fuerza perdida en los últimos tiempos, donde el Celta encontraba
a domicilio los puntos que desperdiciaba en casa. Los números son
incuestionables: Balaídos se ha reconvertido en un fortín.
En todo este año,
el conjunto dirigido por Paco Herrera ha disputado un total de 23 encuentros
como locatario consiguiendo un balance fantástico. 18 victorias se han
registrado en el coliseo vigués en los últimos doce meses, resultando 15 de
ellas claves para la consecución del ascenso. Por el contrario, tan sólo ha
cedido dos empates –frente al Espanyol en Copa del Rey, y en el inolvidable
encuentro de la temporada pasada ante el Córdoba- y tres derrotas –Hércules,
Deportivo y Málaga-. Tropiezos estos últimos que convendría recordar cómo se
produjeron: en los últimos minutos ante coruñeses y malacitanos, y de forma inexplicable
frente a un Hércules que aprovechó una miseria celeste para adelantarse para a
posteriori colgarse del larguero.
En resumen, tanto
el Celta como el celtismo han conseguido hacer de Balaídos un estadio casi
inexpugnable, donde los pocos rivales que han sido capaces de llevarse los 3
puntos han tenido que sufrir de lo lindo para lograrlo. Buena noticia sin duda
para los intereses celestes. Una buena dinámica en casa, al margen de efectos
meramente deportivos, ayuda a incrementar la comunión entre el equipo y la
grada, algo que en las últimas fechas en Vigo ha ido in crescendo.
No conviene olvidar
aquella frase que afirmaba: “Los títulos se ganan a domicilio, pero las
permanencias se consiguen como local”. El Celta, cuyo principal y único
objetivo es salvar la categoría, es consciente que deberá obtener en el vetusto
estadio olívico un buen porcentaje de su cosecha final de puntos. De momento, 6
de 9 es un buen bagaje para empezar. El Sevilla, próximo rival celeste, será la
nueva prueba de fuego para un Balaídos que parece volver a ser un fortín. Como
en los buenos tiempos.
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