Dicen que los grandes equipos se construyen de atrás hacia
delante, de los cimientos al tejado, de los pies a la cabeza. En el epílogo de
la pretemporada, el Celta puede presumir de haber consolidado su línea
defensiva. Salvo alguna sorpresa, la armadura celeste parece definida al cien
por cien para el primer partido de liga.
Sin embargo, las
dudas se mantienen en el apartado ofensivo. La pasividad del mercado no admite
otra solución. La directiva olívica camina al ralentí en busca de una apuesta
segura. Prefiere el paso lento en el presente para evitar un tropezón en el
futuro. No obstante, el tiempo apremia y el comienzo del campeonato ya se
vislumbra. Augusto Fernández, la última incorporación viguesa, llegará con
apenas una semana de entrenamientos al debut frente al Málaga, por lo que lo
lógico sería que Herrera apostase de inicio por las “viejas” espadas.
No es un secreto
que al Celta le falta mordiente en ataque. Cuenta con una amplia gama de buenos
peloteros capaces de combinar hasta la saciedad y generar peligro. Los Toni, De
Lucas, Aspas, Bermejo o Joan Tomás pueden complicar la vida a cualquiera, pero
les falta esa “mala leche” en los metros finales que decide partidos en Primera
División. El Celta carece de un hombre desequilibrante, capaz de marcar las
diferencias y sentenciar un encuentro con una acción individual. Ese tipo de
futbolista determinante de cara a gol y en cuya espalda pueden cargarse gran
cantidad de puntos a final de temporada. Lo tuvo en su anterior regreso a la
élite con Fernando Baiano, pero a día de hoy todavía continúa en búsqueda y
captura.
La buena noticia es
que Iago Aspas parece empeñado en colgarse el cartel de estrella sin esperar la
llegada de refuerzos. Ante el Wigan volvió a ser el mejor y da la sensación de
que comienza el campeonato a gran nivel, tanto futbolístico como goleador. Su
progresión es espectacular y sabe que este es su año, el de la irrupción en la
élite, por lo que parece dispuesto a no desaprovecharlo.
La estructura del edificio está asentada, pero
resta completar la construcción, colocar la guinda en la cima del pastel. A esta casa le falta el tejado, un par de
refuerzos ofensivos que nos concedan ese salto de calidad necesario para
competir con plenas garantías. Lo demás parece que ya lo tenemos.
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