Hace justo dos meses...



Dos meses han pasado, y parece que fue ayer. Justo hoy, en este mismo momento, mientras lees estas líneas, hace justamente dos meses el Celta regresaba a Primera División después de cinco largos años de espera y sufrimiento. Pero el momento llegó y se convirtió en uno de los más emocionantes de la última década. A lo largo de nuestros años como celtistas, y dependiendo de la edad de cada uno, hemos celebrado diversas cosas, logros, éxitos, pequeños pasos, grandes saltos, muchas cosas. La historia del Celta es rica. Para quien os escribe esto suponía el cuarto ascenso, todos ellos con distintas connotaciones, fueron especiales. 

El del 87 con la imagen de Paco Vázquez haciendo una pequeña a la afición celtista, el penalty que no era, y los goles del Baltazar. En el 92 los goles los puso Gudelj, y el ascenso se consiguió de forma holgada. En el 2005 con el doble ascenso tras el "ascensus interruptus" que provocó la alineación indebida de Toni Moral. Fuimos dos veces a Praza América, y los rianxeiros encantados. Todos fueron especiales, pero tal vez este tiene algo especial que no tuvieron los demás. Por lo que hemos sido y por lo que pudimos haber sido si aquel día ante el Alavés no nos viene a ver Iago Aspas. 

Es un ascenso que certifica la resurrección de un proyecto que a punto estuvo de llevarnos a la tumba, al abismo más profundo. Así que el celtismo lo celebró como procedía, con euforia desatada, con la ilusión de un niño pequeño en su primer día de reyes. Se celebró como había que celebrarlo, sobre todo porque se logró con gente de aquí, como tú y como yo. Gente de la cantera, gente gallega, y gente venida de fuera con esa humildad que acerca tanto el fútbol a las personas. Con un vestuario auténtico, que paga los peajes de cierta inexperiencia, pero que hacen que nadie en su sano juicio les pueda desear mal alguno. 

Hace dos meses estábamos enamorados de este equipo, y hoy hay motivos para estarlo más todavía. 

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