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MARTA G. BREA |
Trashorras se pasó tres años respondiendo preguntas sobre qué ubicación prefería ocupar en la cancha. Algunos entrenadores lo veían en el doble pivote o como vértice superior del rombo; otros, como mediapunta. A veces, un mismo técnico cambiaba de opinión. A Álex puede sucederle lo mismo. Aunque más equilibrado en su juego que el lucense, el ascenso de categoría parece hacerle sufrir como mediocentro en el trabajo de contención.
El ascenso ha convertido a Álex López en un futbolista trashumante. Conserva su sitio en el once inicial. Pero soltando amarras. Peregrina por la cancha. En dos partidos ya ha ocupado tres posiciones distintas: pivote, enganche e interior izquierdo. "En estas primeras jornadas me ha tocado cambiar de sitio. El mister decide en qué momento me toca cada posición para ayudar al equipo", acepta. Cosa aplicable a todos los futbolistas. Pero con mayor sustancia en el caso del ferrolano, convertido en el gran dilema céltico.
Álex tuvo bastante estabilidad durante la pasada temporada como socio en la medular del pivote de contención, ya fuese Bustos o Oubiña. Herrera prefirió blindar al equipo ante el Málaga. Alineó a sus dos especialistas en la destrucción y escoró a Álex hacia la banda izquierda, aunque en ataque se tomase esa ubicación como punto de partida. Ante la necesidad de remontar, Álex acabaría instalándose en el eje.
También se movió al hilo de los acontecimientos en Anoeta. Esta vez arrancó el choque junto a Oubiña. Con la salida de Insa, se adelantó hasta la azotea del ataque. En la avalancha final volvió a ejercer de mediocentro.Tanta mudanza exige una gran capacidad de adaptación. "Es un poco complicado", comenta Álex. "Tienes que cambiar el chip y asumir la función de cada posición". Advierte: "Más o menos en todas las posiciones estoy acostumbrado, se me hace más fácil". Aunque al final desliza sus preferencias: "En el primer partido me tocó jugar por la izquierda y no me siento tan cómodo como por el centro. Ahí sí que me da ya igual más o menos. Como mediapunta, el mister me da libertad para bajar a recibir y moverme entre comillas a mi aire. Puedo estar en contacto con la pelota, que es lo que me hace sentir cómodo".
Según su análisis, podrían establecerse sus predilecciones: de la mediapunta como la más querida hasta la banda como la menos confortable, con el mediocentro a mitad de camino. En realidad, el ascenso conduce a Álex López a una situación que conoció bien Trashorras durante su etapa céltica. Ambos se sitúan en una zona brumosa, entre el centro del campo y el ataque. El equipo los necesita en contacto con el balón. Pero ha de asumir un peaje en la fase defensiva. Trashorras es más extremo en sus virtudes y defectos. Álex López sí posee actitud para el trabajo de presión. Y resultaba suficientemente equilibrado en Segunda División, ante rivales propensos a ceder terreno. En Primera, sin embargo, sufre más cuando toca replegarse. El cuerpo técnico no acaba de tener claro dónde conviene. Es una delicada ecuación entre ganancias y pérdidas.
Álex acepta que esas pueden ser las cavilaciones de Herrera: "Si está dudando es por algo así. El año pasado, en la mayoría de los partidos, nos tocaba tener una posesión muy alta de balón y este año no va a ser así. Igual prefiere tener un mediocentro que pueda aportar más que yo en la faceta defensiva. Es un lunar que tengo, algo en lo que debo mejorar. Si debo jugar de medio, siempre intentaré hacerlo lo mejor posible y que estas carencias, a este nivel, no se noten".
Así que Álex López acaba concluyendo, como hacía Trashorras cuando el constante rebrote del debate, que "lo importante es jugar, ayudar y que el equipo funcione. El plano individual es indiferente". Como cualquier céltico, ignora si actuará ante Osasuna. Interrogante al que añade dónde en caso de que sí. El departamental indica sobre el partido: "Osasuna presiona mucho, tiene mucha intensidad. Debemos estar acertados con la pelota a la hora de sacarla, no perderla e intentar romper su primera línea de presión. Si lo conseguimos, podemos hacer mucho daño". Convendría alejarlo de la medular para ahorrarle el desgaste; convendría acercarlo para mejorar el toque. Es el dilema que Álex supone.
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