Cerca de la medianoche de ayer en España, una hora menos en Portugal, Yoel Rodríguez abandonó el hotel de concentración del Celta en la localidad lusa de Quiaios para dormir en Vigo y acercarse hoy a Lugo, donde jugará cedido hasta final de temporada. Fue una despedida emotiva, en la que el meta vigués recibió el cariño de todos sus compañeros, del cuerpo técnico al completo –incluido un expresivo abrazo del primer entrenador, Paco Herrera– y del presidente, Carlos Mouriño, ya que fue él mismo el que se fue despidiendo habitación por habitación.
Con claras muestras de emoción en el semblante, Yoel reconoció que, a pesar del mal trago de no contar para Herrera, le satisface el destino hallado en el Lugo, ya que es 'un club gallego, que es lo que me gusta y, a pesar de ser un recién ascendido, se trata de un gran equipo'.
En cualquier caso, el canterano celeste confía en que la estancia en tierras lucenses se limite a un año para regresar el próximo verano a las filas del Celta: 'Esperemos que sea un paréntesis en mi carrera en el Celta. Me va a venir bien y dicen que todo es para mejorar'. El meta reconoció que se iba 'emocionado, la verdad que sí. Despedirte de tus compañeros siempre es doloroso pero bueno esto forma parte del fútbol y son cosas con las que hay que vivir'. Incidiendo en la emotividad, recuerda que 'muchos fueron mis compañeros de toda la vida y otro de los últimos años. Son gente que aparte de compañeros son amigos y no se pude perder la relación'.
Uno de ellos, Iago Aspas, escribía anoche en su twitter: 'Se acaba de marchar nuestro compañero Yoel al Lugo. Para mí más que un compañero es un gran amigo y espero que todo le sea bueno en su nueva etapa'. Amén.
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