El ascenso según Marcial Varela


Foto: Atlántico Diario
Quien nos iba a decir el 29 de agosto (comienzo de la Liga) que casi diez meses después estaríamos celebrando el ansiado ascenso a Primera División. He de reconocer que no era de los más optimistas al principio de la temporada. Teníamos una plantilla más equilibrada (que no mejor), contrincantes de menor nivel, pero dudaba de la capacidad de Paco Herrera y de la madurez de los futbolistas para superar situaciones adversas. Los primeros meses mantuvieron mi idea inicial, ya que el Celta ganaba con comodidad a los equipos más flojos, pero era incapaz de meter mano a los rivales de enjundia.

Todo cambió con la llegada del mes de diciembre. El míster apostó por una nueva pareja de centrales que modificó el signo del equipo. La fiabilidad defensiva tuvo como consecuencia una mejoría en la seguridad y confianza del equipo. El Celta se convirtió en una máquina de ganar partidos y marcar goles, que le llevó a asentarse en la parte alta de la tabla, aunque todavía nos quedaba la cuenta pendiente con los rivales por el ascenso. Superar el Tourmalet con tres victorias me hizo creer que este grupo de jugadores había crecido y madurado. A partir de ese momento, la confianza fue ciega en el Celta, a pesar de un mes malo, porque sabía que a la hora de la verdad no fallarían y así ocurrió: siete victorias y un empate en las ocho últimas jornadas que certificaron el merecido ascenso.


El mejor partido: R.C. Celta 4-3 U.D. Almería (Jornada 26).
Foto: Marta G. Brea
La mañana del 26 de febrero nos deparó el partido más bonito que se vio en Balaídos esta temporada. Celta y Almería ofrecieron un espectáculo de goles, emoción, juego y raza. Remontamos el encuentro hasta en dos ocasiones ante un rival que nos tuvo contra las cuerdas. Aquel día la afición tiró del equipo y los futbolistas desplegaron en la segunda mitad sus mejores minutos. El Celta fue un rodillo desde Sergio hasta David. Tres goles en veinte minutos mágicos, de fútbol total, ante el delirio de los más de 14.000 aficionados acudieron aquel día en Balaídos. El Almería era el primer equipo de entidad que salía derrotado de nuestro estadio.

El momento clave: el gol de Joan Tomás en Valladolid
El Celta dio un golpe sobre la mesa en el José Zorrilla, que resultó definitivo a final de temporada. Todo hacía indicar que el partido acabaría en un empate que firmábamos todos tal y como transcurrió el encuentro. El tiempo se consumía y llegó una contra letal iniciada por Toni, dirigida con maestría por Orellana y definida por Joan Tomás. En el último suspiro, en el minuto 94, el Celta se llevaba la victoria que suponía ganar el goalaverage a un rival directo ante el delirio de los más de 3.000 celtistas en las gradas de Zorrilla. Este triunfo supuso terminar el tramo más duro de la segunda vuelta logrando un pleno de victorias. 


El peor momento: las tres derrotas seguidas en la primera vuelta
Foto: Marta G. Brea
El 26 de noviembre, el Celta cosechaba su tercera derrota seguida tras perder en la cancha del Barcelona B, ofreciendo una pobre imagen. Parecía que el equipo había tocado fondo. Encajábamos goles con facilidad, sobre todo a balón partado, Herrera no encontraba un once de garantías…parecía que no podíamos puntuar ante equipos de nivel parejo. Menos mal que todo cambió después de Barcelona, sobre todo gracias a la entrada en el once de la pareja Oier-Túñez. Las victorias dieron paso a la confianza y a un mejor juego que se tradujo en una racha de casi cuatro meses sin conocer la derrota.


El mejor gol: la chilena de Joan Tomás en Huesca
Foto: La Voz de Galicia
No había manera de perforar la portería del Huesca hasta que el eterno revulsivo, Joan Tomás, se sacó de la manga una chilena espectacular ante la que nada pudo hacer Luis García. No me quedo solo con esta tanto por su belleza y alto nivel de dificultad, sino también por la importancia que tuvo. Llegó en el minuto 86, nos dio un punto de oro en una cancha complicada como El Alcoraz y evitó que el Celta sumara su segunda derrota consecutiva.


Los mejores jugadores: Oier – Túñez
Foto: Faro de Vigo
Son muchos jugadores los que se merecen este galardón y por eso me voy a quedar con una pareja que cambió al equipo y seguramente hizo que los Iago Aspas, Orellana y compañía rindieran a mejor nivel. La entrada de Oier-Túñez hizo que automáticamente todos los aficionados asumieran un contrato con la compañía Groupama y entonaran el “me siento seguro”. Contundencia, fortaleza o jerarquía son algunas de las palabras que pueden definir la aportación de los dos centrales que cambiaron el signo del equipo. Excepto en contadas ocasiones, su rendimiento no bajó del notable.

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