Que se besen, que se besen


Celta y Valladolid ya se vieron involucrados en una situación similar en 1994, aunque con diferente reparto de papeles. Entonces la igualada en la última jornada de Primera convenía a ambos (los celestes lograban la permanencia; los pucelanos evitaban el descenso directo). El pacto resultó tan evidente que aún hoy se recuerda.

Se repite cada temporada. Dos equipos asumen la bondad del resultado que conviene a ambos. Ha sucedido incluso en Mundiales. Austria, en la sede gijonesa de España 82, aceptó una derrota por 1-0 con Alemania que clasificaba a ambas selecciones para la siguiente fase. El Comercio decidió publicar la crónica en la sección de sucesos. Titulaba: "Cuarenta mil personas, presuntamente estafadas en El Molinón por veintiséis súbditos alemanes y austriacos". Hasta Beckenbauer declaró que había sido "una fea jornada para el fútbol". El seleccionador de Argelia, Mahiedine Khalef, como damnificado, tildó el teatrillo de "vergonzoso y deprimente".

Un empate de conveniencia suele resultar más aceptable. Aunque también parece exigir una cierta escenificación. A la memoria acude en estas horas el Valladolid-Celta con el que concluyó la Liga 93/94. Mencionan el ejemplo incluso en Córdoba, sin esfuerzo en la pesquisa.

El fútbol teje el tiempo de forma misteriosa. Términos y protagonistas se repiten, aunque con diferente mezcla. El Celta necesitaba entonces un punto para asegurar la permanencia en Primera; el Valladolid, para eludir el descenso directo (acabaría salvándose en el play off). Djukic, el actual entrenador de los pucelanos, había fallado el día anterior el penalti de Riazor.

La hipótesis del pacto, como en esta ocasión, había sobrevolado las salas de prensa en los días previos. El entrenador celeste, Chechu Rojo, había afirmado: "Saldremos a ganar, pero con el empate también me conformo". El albivioleta, Pepe Moré, acentuó el mensaje de concordia: "Es prudente empatar y, por tanto, no debemos correr riesgos".

A nadie extrañó, en consecuencia, la igualada. Sí la forma grosera. "Que se besen", gritaban las gradas del Zorrilla. El Mundo dejó en blanco el espacio reservado para la crónica. El resumen de Estudio Estadio fue de apenas un minuto y en silencio. La voz en off se limitó a anticipar: "Ahí tienen lo que ha sucedido". Nacho Lewin y Michael Robinson presentaron El día después con las imágenes grabadas de fondo. "¿Ha pasado algo en Zorrilla?", preguntaban de vez en cuando con sorna.

Moncho Carnero, ayudante de Rojo en aquel tiempo, relata: "Ningún equipo llegó al área contraria. Y si alguien lo hacía, no se atrevía a tirar. Digamos que nadie puso la intensidad suficiente. Creo que lo habían hablado entre los jugadores de los dos equipos. E igual pasará con el Celta-Córdoba. Sería del género bobo no hacerlo", sostiene. Carnero recuerda: "No es amañar ni comprar un partido. Es el resultado que le vale a los dos. No digo que el Córdoba no pueda intentar ganar para conseguir el mejor puesto posible. Pero se arriesgaría también a perderlo todo. El empate es lo lógico".

Armando Álvarez / Faro de Vigo 

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