Foto: Champy |
Han llegado la jornadas decisivas, aquellas que diferencian a los hombres de los niños, aquellas que los ganadores tienen un penalti y lo rompen a la red y los demás se asustan , dudan y lo acaban tirando a las manos del portero o bien a las nubes. Cuando uno juega al fútbol sueña con jugar partido así, un minuto, la pelota en el centro del campo, regateo a uno, me voy de otro y abro a banda para entrar en zona de remate, mi compañero la va poner al primero, tengo que llegar antes que el defensa, mis piernas me duelen por el cansancio acumulado, pero el corazón empuja, voy a llegar, me tiro y giro el cuello hacia el segundo palo, balón picado, el portero a contrapié no puede hacer nada, GOL.
Estos momentos que todos soñamos son los que hacen que un equipo pelee, pero en ese sueño hay otro denominador común, el campo lleno, los gritos de la grada, el ruido ensordecedor, la adrenalina, el subidón de emoción.
El celta está en esos momentos y necesita un campo lleno y apoyo desde las gradas, a eso nos lleva, señores, cierto, esto es FÚTBOL, para bien y para mal, para los que sueñan , para los que juegan y para los que lo ven, si. fútbol , o sea deporte en equipo de once contra once donde cada cual es algo más que unos colores, representa una ciudad, una comarca, pero detrás de nuestro simple deporte hay mucho más, un deporte que mueve 12000 personas cada domingo no puede ser lo mismo que uno que mueve 30000, la economía de la zona lo nota y mucho. En estos años en el infierno muchos comercios se han visto obligados a cerrar, y los que no, hay visto que sus cifras les ahogaban, es por eso que ahora es el momento de animar a este grupo de chavales, a la mayoría no hay que explicarles nada, conocen lo que significa el sufrimiento, ha llegado el momento que conozcan la alegría de la VICTORIA, y para empezar se necesita un campo lleno y se dan las condiciones para ello. HALA CELTA.
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