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Foto: Marta G. Brea |
¿Qué les parecería un once formado por Pinto en la portería; Vasco Fernades en el lateral derecho, Jordi Figueras y Rubén González en el centro de la defensa, y Botelho en el lateral izquierdo; en el centro Mario Suárez, Michu y Roberto de Souza; Trashorras en la mediapunta; y arriba Diego Costa y Quincy Owuso-Abeyie? ¿No suena mal, verdad? Todos estos jugadores se han labrado un nombre en el Planeta fútbol y disputan una Primera División europea. Parece un once competitivo en cualquier competición.
Todos los integrantes de este equipo han formado parte de la plantilla del Real Club Celta de Vigo en, al menos, una de las últimas cuatro campañas. Vinieron a Vigo para devolver al Celta a Primera, pero no lo consiguieron.
Pinto ha ganado dos veces la Champions, Mario Suárez ha conquistado una Europa League, Michu ha sido el jugador revelación de la Liga y Roberto de Souza es el líder del mediocampo del Marítimo, equipo revelación de la última Liga Portuguesa. Y, sin embargo, ninguna de estas “estrellas” estuvo tan cerca como lo están Álex López, Iago Aspas, Hugo Mallo y compañía de devolver al Celta a su lugar natural.
Cuando el Celta se ha olvidado de los fichajes y de rastrear canteras ajenas, por fin han llegado los resultados. Cuando el Celta ha comenzado a valorar su cantera ha sido cuando las cosas han empezado a salir bien. ¿Casualidad? A mí me gusta pensar que la casualidad no existe, y menos en el fútbol. Tus acciones siempre son la causa de tus resultados.
Hay muchas cosas que mejorar (que se lo pregunten a Jota, Denís Suárez o Joselu), pero está claro que solo hay una forma de aunar resultados deportivos y viabilidad económica.
Tomemos como ejemplo al Athletic de Bilbao, finalista de Europa League y de Copa del Rey, y, probablemente, el equipo que mejor ha jugado al fútbol esta temporada. Y eso lo han conseguido trabajando desde abajo. Aprendamos.
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