De huelgas, aviones de papel, apagones y ... ascensos


Foto: LOF
Que el año iba a ser accidentado ya se intuía cuando la primera jornada no se pudo disputar por la huelga de futbolistas. Ello provocó que se retrasase el inicio y que hubiese una jornada más entre semana, disputada a mediados de noviembre. A partir de ahí, al Celta le ha empezado a suceder cosas extrañas. Partidos de Copa que comienzan a las diez de la noche y acaban pasadas las doce tras la prórroga correspondiente, otra jornada aplazada porque a Mediapro le apetece y que se jugará el próximo miércoles, con la consiguiente congestión en el calendario que provocará que los equipos disputen seis partidos en mayo. 

Pero eso es algo que afectó a todos los equipos, pero al Celta los incidentes le han estallado en la cara. Primero cuando en Cartagena, Pino Zamorano decidió suspender el partido después de que su asistente fuese agredido. Desde tierras murcianas hablan de un avión de papel como el objeto que agredió al asistente. Parece difícil que sea así, pero al menos se lo tomaron con humor. El Celta tuvo ese partido pendiente durante más de un mes, un mes y un día exactamente, y acabó viajando para jugar entre semana a Cartagena sin que pasara nada en la media hora restante. 

Y ayer, otra muesca del destino. Cuando faltaban 9 minutos, llegó el apagón. En los minutos anteriores se habían ido cayendo paulatinamente dos torretas de iluminación del Pedro Escartín, pero con la tercera Gil Manzano decidió que no se podía seguir y se dio por concluído el partido. Afortunadamente todo se solucionó jugando hoy a las 11, en un partido extrañísimo de 9 minutos en el que la intensidad brilló por su ausencia. Un año accidentado, extraño, como lo fue hace siete años cuando el Celta tuvo que ascender dos veces. Está claro que después de las huelgas, los aviones de papel y los apagones, llegará el ascenso. Este es el año y no habrá nada que lo pueda impedir. 

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