Se han terminado las concesiones. El Celta ha agotado su
margen de error y precisa recuperar la senda de la victoria si no quiere que el
pasado lo ahogue. Los fantasmas del curso anterior empiezan a convertirse en
realidad y se antoja vital una victoria que corte de raíz cualquier mal
augurio. Así pues, ganar al Barça B adquiere una importancia capital para un
grupo que necesita una fuerte dosis de proteína moral que le permita afrontar
con garantías el tramo más duro de la competición. Ocho finales y media –incluyendo
los 31 minutos de Cartagena- separan a los celestes del sueño del ascenso, y el
primer capítulo de este epílogo se escribe esta tarde sobre el césped de un
Balaídos que recuperará su floja entrada habitual. Es hora de reaccionar.
Herrera medita. Con
tendencia al cambio cuando las cosas no funcionan, el técnico catalán barrunta
alguna que otra modificación. Todo apunta a que Bermejo ocupará la punta de
ataque en detrimento de un Iago Aspas que atraviesa una mala época. Por detrás,
en la mediapunta, Joan Tomás se perfila como titular. Además, Bustos ocupará el
lugar del lesionado Oubiña, mientras que De Lucas y Hugo Mallo, recuperados de
sus dolencias, podrán ser de la partida. Finalmente, Sergio repetirá en
portería.
Por tanto, el once
inicial de los célticos será el formado por Sergio bajo palos; línea de cuatro
para Hugo Mallo, Oier, Túñez y Roberto Lago; doble pivote con Cristian Bustos y
Álex López; De Lucas y Orellana en las bandas, Joan Tomás en la mediapunta y
arriba Mario Bermejo.
Por su parte, el
filial azulgrana llega a Vigo sin nada que
perder una vez sellada la salvación, pero con la intención de amargarle la
tarde a un Celta incapaz de vencerle en el último año y medio. De la mano de un
Eusebio que regresa a Balaídos, los blaugranas son una fotocopia del primer
equipo: fútbol ofensivo y de toque, monopolio del esférico y presión asfixiante
en campo rival. Tratarán de recuperar la victoria a domicilio tras diez
encuentros sin lograrlo. Para ello, el preparador de La Seca saldrá de inicio
con Oier en la portería; Balliu, Armando, Muniesa y Planas en defensa; Dos
Santos, Riverola y Sergi Roberto en el centro del campo; y arriba el tridente
compuesto por Kiko Femenía, Deulofeu y Rafinha.
Choque vistoso
entre dos conjuntos que apuestan por el balón como método más fiable para
alcanzar el éxito. Para el Celta, la máxima expresión de triunfo es la
consecución de un ascenso que ha terminado por complicarse en las últimas
semanas. Aunque todavía con las opciones intactas, lo cierto es que todo lo que
no sea ganar esta tarde al filial barcelonista alejaría de forma considerable
la segunda plaza, especialmente en el plano psicológico. Los célticos deben evitar
caer de nuevo en esa espiral negativa que los abocó al desastre el curso
pasado, por lo que no se pueden permitir un solo tropiezo más. Bajo la
dirección de Bikandi Garrido (colegio vasco), un Celta que regresa a la
fiabilidad de Balaídos –solamente una derrota en los últimos nueve encuentros-
debe reaccionar cuanto antes si no quiere bajarse del tren del ascenso directo.
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