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Foto: Susana Vera / Reuters |
Pudiera parecer que en el fútbol español solo existen dos equipos. Es algo que se vive y se palpa en la calle. La expectación que han generado los partidos de Champions de esta semana no los generan otros partidos, ni tan siquiera los del equipo de tu ciudad, sea cual sea esta. Tanta bipolaridad empieza a cansar. Hoy unos están felices por la derrota de su rival y tristes por la suya propia. No se consuela quien no quiere, pero una cura de humildad no le viene mal a nadie.
Después de mover cifras millonarias (siempre que se habla de estos equipos aparece la palabra millón) el varapalo ha sido importante, pero debería reafirmar a aquellos que consideramos que hay cosas más importantes que un título o las victorias. El reparto del dinero de las televisiones ha provocado una diferencia abismal entre los dos trasatlánticos del fútbol español y el resto de equipos, que se tienen que conformar con las migajas que dejan culés y merengues. Ser de estos equipos es una moda en el día de hoy.Ya no hay, o apenas, seguidores de equipos humildes. La mayoría de socios de los equipos modestos son simpatizantes o hooligans (depende del caso) de alguno de estos dos equipos. Ya hemos hablado muchas veces de esto, lo respeto pero no lo comprendo, pero aún comprendo menos a aquellos que, deliberadamente, dan la espalda al equipo de su ciudad para apoyar a un equipo ajeno. Y como siempre se ofende el que no debe, aclarar que no es lo mismo ser de un equipo de fuera si este es humilde, a ser de Madrid o Barcelona. No hace falta ni explicar porqué.
Y es que es muy bonito apuntarse al caballo ganador. Sumarse a la fiesta, anotarse los títulos de tu equipo, celebrar los regates de ese jugador que el equipo de tu ciudad no se puede permitir, jalear a ese entrenador tan gracioso que mete dedos en los ojos de los rivales, apoyar al hooligan de turno que se pasea por los platós de televisión o incluso encontrar la comprensión de tus conciudadanos que ven como normal que llores por un equipo ajeno a tu ciudad y llaman frikis a los que lloramos por el de la nuestra. Es muy bonito, y muy fácil ser de estos equipos. Pocas veces pierden y si lo hacen siempre es porque el árbitro ha robado el partido. Ves a los jugadores en las portadas de los diarios deportivos, sus novias son guapas, conducen coches caros y visten ropa exclusiva. Protagonizan anuncios a favor del ahorro de la luz, causas solidarias, participan en maratones para acabar con la pobreza en África...mientras que de nuestros jugadores solo se hablan si intentan meter el coche en una zona peatonal,si la policía los pilla sin carné, o si han estado en este o en aquel bar. ¡Qué diferencia! No es el mismo glamour desde luego.
Vivimos, y no solo en Vigo, en ciudades donde el equipo local es constantemente vilipendidado y repudiado. Donde admiramos a esos que nos desprecian. Nos apuntamos al caballo ganador, pero, ¡Ay, amigo! A veces el caballo ganador también pierde. Y como duele.
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