Reconvertidos a la causa amarilla


De izquierda a derecha y en la primera fila, los niños Eric, David e Ismael. Detrás, Juan Jesús -1ª equipación de la UD- Iván Hernández y Domingo Suárez, ayer, en el Estadio. i LP/DLP
Fieles de la nueva llamada amarilla. De indignados con la causa de Pío XII, a reconvertidos. Cerca de un centenar de seguidores pasaron en la jornada de ayer por las taquillas de la tienda de Piomanía en el Gran Canaria. En tiempos de crisis, vuelven al Partenón amarillo para presenciar el duelo de mañana con el Celta de Vigo.

Francisco Henríquez, en paro y con 52 años, acude con su hijo Francisco José Henríquez -de 18 años-. Se han sacado dos abonos para ver los próximos cuatro partidos de la UD Las Palmas en el Gran Canaria frente al cuadro vigués, Almería, Numancia y Recreativo por 45 euros. "No soy abonado por mi inseguridad laboral; siempre he querido abonarme pero no he podido. Siento la llamada amarilla pero también la del bolsillo", espeta el padre con ironía.

Los finales agónicos del club amarillo en Siete Palmas invitan al respaldo (la última derrota en el feudo insular se remonta al 18 de diciembre). "Son películas de Alfred Hitchcock y hemos recuperado la fe. Mi jugador favorito fue Tonono y desde aquella época no he visto nada igual", comenta. Adora el nervio del exjugador Marcos Márquez y guarda en su retina el último ascenso a la categoría de plata en Siete Palmas frente al CD Linares.

Su hijo Francisco es más ambicioso y sueña con el ascenso. Adora a Javi Castellano. La familia, natural de Arucas, también profesa admiración a su paisano Ruymán. Piden a Juan Manuel Rodríguez que adopte "más riesgos fuera de casa" pero recetan "paciencia" a la grada.

De Buenos Aires a Moya

Cora Becerra Domato tiene 44 años y nació en Buenos Aires. Reside con su familia en Moya y también es víctima de la llamada amarilla. Su ejercicio de fe le ha llevado a comprar una camisa a su hijo Yago. "Siento en la calle el respaldo de la gente", argumenta la seguidora. Revela que acudirá al estadio con su marido y su hijo.

También en paro, Cora admite que la UD ocupa un lugar importante en el hogar. "Mi hijo debe valorar esta tierra y este equipo lo es todo. Estamos entre Argentina y Canarias y este equipo, ahora, nos necesita".

Juan Jesús también forma parte de la legión de indignados que se arrodillan ante la llamada. No tiene abono pero acudirá a ver al Celta de Vigo. Residente en el barrio de La Feria, no había podido ir al estadio por motivos de trabajo. "Se televisan demasiados partidos de la UD y eso resta afluencia; ahora venimos por la buena racha. Los precios no son excesivos", argumenta.

Jonathan Viera es otro de los alicientes. "Es el ídolo del barrio y de nuestros niños que entrenan en la cadena de El Pilar".

Por su parte, los aficionados Iván Hernández Moreno y Domingo Suárez Artiles se dan un baño de melancolía. Añoran el caminar romántico de Koke Contreras en el Insular. El ascenso a Primera -con Sergio Kresic en 2000- es la gasolina perfecta para dibujar la hazaña. También han pasado por la taquilla. "No acudía desde que jugaba el chileno; pero esta racha nos ha hecho reflexionar. Queremos apoyar y llenar el estadio", finaliza Iván. La Isla vuelve a latir por sus soldados de fe.

Paco Cabrera / La Provincia

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