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Foto: Vicent West / Reuters |
Se presentaba el Athletic con la ventaja obtenida en Inglaterra (2-3) y con la tentación de especular con el resultado, pero eso no va con los equipos de Bielsa. El loco planteó el 4-3-3 que ha caracterizado al equipo y salió a por la victoria como si no hubiese existido el partido de ida. El dominio no fue tan aplastante como en el choque disputado hace una semana porque era imposible repetirlo, pero los leones volvieron a demostrar su superioridad sobre el conjunto entrenado por Alex Ferguson, que ya dirigía los designios de los diablos rojos cuando Rivadulla era Presidente del Celta.
Fue una lección de humildad. El triunfo del fútbol puro, de las tradiciones por encima de la modernidad de un Manchester United plagado de futbolistas extranjeros. Se cayó un mito en San Mamés, que no veía unos cuartos de final de una competición europea desde hace 35 años. En aquella ocasión, disputando la extinta Copa de la UEFA, el Athletic pudo plantarse en la final, aunque sucumbiría finalmente contra la Juventus.
El trabajo de Caparrós, que formó y cimentó la base que ahora compone el actual Ahtletic ha hecho que los leones resurgan después de unos años oscuros en los que el principal objetivo era la permanencia y no siempre se conseguía de forma ética (caso Descarga). Con los años, el equipo alcanzó el poso suficiente como para enfrentarse a desafíos mayores y el fichaje de Bielsa confirmó que el techo de este Ahtletic aún se desconoce. Jugadores como Llorente, Muniain, Susaeta o Javi Martinez se han hecho superlativos esta temporada. Y no podría dejar de mencionar a De Marcos, un futbolista espectacular que no deja de crecer partido a partido. Ese De Marcos que jugó aquel Celta- Alavés en el que la figura de Iago Aspas resplandeció ante un Alavés que contaba con De Marcos en banda derecho. Suyo fue el pase del gol del empate anotado por Juanjo y que heló los corazones de los casi 30.000 celtistas presentes en Balaídos.
Hoy, tres años después forma parte de una de las mejores generaciones que se han visto en San Mamés en los últimos 50 años. Es difícil analizar lo que está sucediendo, pero seguro que muchos de nosotros nos identificamos con lo que están viviendo en Bilbao. Ganar queda para la historia de la estadística, pero ganar jugando bien, dar lecciones de fútbol con independencia de la entidad del rival al que se enfrente, siempre quedará en el alma de sus aficionados. ¿Cuánto vale un título? ¿Cuánto vale un partido de esos que jamás se te olviden? ¿Cuánto vale que cualquier aficionado del fútbol se enganche a tu juego durante un partido? ¿Cuánto vale la admiración, el aplauso? ¿Cuánto vale el reconocimiento?
Es imposible cuantificarlo, pero este Athletic de Bilbao cuanto con mi admiración, mi aplauso y mi reconocimiento. Como aquel Celta de Víctor Fernández, que nunca ganó nada pero dejó para la historia partidos inolvidables y se ganó el reconocimiento del fútbol europeo. Es posible que este Athletic, como aquel Celta, no tenga para el recuerdo la imagen de su capitán levantando un trofeo, pero siempre tendrá un reguero de baba de aquellos que disfrutamos como niños con su juego.
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