![]() |
Foto: José Lores |
Ya admite la realidad de su situación. Su entrenador no engaña a nadie. Repite hasta la saciedad que tener un jugador así en el banquillo es un lujo al que no está dispuesto a renunciar. El técnico barcelonés vive más tranquilo cuando mira al banco y ve que aún le queda una bala en la recámara. El jugador catalán ejerce de revolucionario, el jugador capaz de darle un aire distinto al equipo y cambiar por completo los partidos.
Ante el Almería volvimos a ver a un Joan Tomás que revolucionó el partido. Tres minutos le bastaron para anotar el tercer tanto del Celta, el que completaba la remontada y ponía en franquía y en bandeja la alternativa de la contra para matar el partido. Tras el choque, Herrera volvió a elogiar al jugador, ese que le da lo que ningún otro componente de la plantilla le puede dar. Su capacidad para meterse en los partidos le condena a la suplencia, pero le hace ganar el favor de su entrenador y, por ende, de la afición.
Es curioso como Joan Tomás, por mucho que quiera evitarlo, cae una y otra vez en su misma condena. No se gana la titularidad cuando sale desde el banquillo y no desequilibra, pero cuando sí lo hace, se convierte en el revulsivo ideal del equipo, en el líder del plan B que solo hace daño al rival cuando no sale de inicio. Haga lo que haga, su condena se perpetúa. Tal vez algún día logre deshacer el nudo, desenmarañar su situación, encontrar la salida a ese laberinto y echar abajo esa puerta blindada que es la titularidad.
Marcos López / La Voz de Galicia
0 comments:
Publicar un comentario