¿Enemigos o aliados?


Foto: César Quián

El pasado dice que Celta y Deportivo son enemigos irreconciliables. En cambio, el presente puede convertirlos en aliados. Ambos comandan a día de hoy la Liga Adelante con cierta ventaja sobre sus más inmediatos perseguidores. Si el equipo coruñés es líder con 54 puntos tras una racha de nueve victorias consecutivas que se truncó en Sabadell, los vigueses son segundos y acumulan ya nueve triunfos y dos empates en los últimos once encuentros, algo que les ha valido para situarse a sólo dos puntos del eterno rival. Aún a falta de muchas jornadas, la distancia de seis y cuatro puntos respectivamente sobre el tercer clasificado, el Real Valladolid, convierte a ambos, a día de hoy, en los principales candidatos para llegar a Primera División por la vía rápida.
   
Por ello, y aunque resulte chocante a primera vista, hay motivos para alegrarse de los triunfos del vecino dependiendo del rival contra el que se produzcan. Por ejemplo, para un deportivista, los recientes triunfos del Celta ante Elche y Almería, más que un motivo de tristeza deberían reportar una gran satisfacción, pues han permitido al conjunto blanquiazul poder incrementar su ventaja respecto a estos adversarios y abrir una importante brecha en la clasificación. Lo mismo se podría decir en el caso del celtismo tras la victoria de los de Oltra en el Rico Pérez hace tres semanas, algo que sirvió para que los olívicos  se distanciasen del Hércules en cuatro puntos, que posteriormente serían siete.
   
Así, el próximo sábado, además de los miles de celtistas que estarán animando al Celta en el José Zorrilla y de otros muchos que seguirán el encuentro desde sus domicilios, los de Paco Herrera deberían contar también con el “apoyo” de todos aquellos deportivistas para los que su afición por el Dépor está por encima del odio al Celta. Y es que una victoria céltica en Pucela no sólo beneficiaría a los vigueses, quienes tomarían siete puntos de ventaja sobre el Valladolid, sino también a los coruñeses, a los que, dependiendo de lo que ocurra esta noche en Riazor, daría oportunidad de incrementar su renta sobre el conjunto vallisoletano.
   
Esto, a su vez, debería ser extensible al aficionado céltico cuando el cuadro herculino se enfrente a otros rivales directos, siempre y cuando se mantenga la situación actual de la tabla. Es lógico, por la rivalidad existente, querer que pinche el Dépor esta noche ante el Alcorcón, especialmente por las ganas que hay de que el liderato ponga rumbo a Vigo. Sin embargo, y siempre que Celta y Dépor ocupen conjuntamente las plazas de ascenso directo, no sería de recibo desear una derrota del eterno rival aún a sabiendas de que eso implicaría la victoria de un adversario que podría desbancar al Celta de las dos primeras plazas, caso de Almería, Valladolid, Elche, Hércules o Córdoba.
   
Habrá división de opiniones en el celtismo sobre qué rival gustaría que acompañase al Celta en el ascenso directo. Sin embargo, en lo que no puede haber disparidad es en que lo más importante es que el equipo vigués acabe en Primera División, sea como primero o como segundo (e incluso play-off), o acompañado de uno u otro. De momento, el compañero de travesía es el Dépor, por lo que en determinados momentos convendría aparcar la rivalidad más allá del derbi y pensar exclusivamente en el bien del equipo propio, no en el mal del rival. Y es que después de todos los piques, enfrentamientos, trifulcas, broncas y demás sucesos, Celta y Dépor pueden terminar siendo aliados en su camino hacia la Primera División. 

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