Si solo pudiéramos quejarnos de un fuera de juego justo o de un penalti dudoso, mis criticas solo tendrían un objetivo, el mal partido y el planteamiento erróneo del banquillo para combatir a los amarillos. No se puede anular el mal comportamiento de los celestes, aunque aumentado por el mal resultado. El juego no fue el excelente de otras jornadas pero tampoco inferior al contrario que tenía delante. Lo que si fue inferior fue el arbitraje de Bikandi Garrido.
Porque lo suyo fue por lo grueso y por lo fino. Por lo primero porque se equivocó hasta en tres jugadas muy claras: el primer gol es fuera de juego, justo si, pero ilegal; se niega a pitar un penalti clamoroso a Mario Bermejo por empujón en un remate de cabeza; y porque en el segundo gol se inventa una falta y tarjeta que no llega a la categoría de resbalón local.
Pero en lo fino también tuvo su tufillo rancio, recordando al mes de marzo del año pasado, con una amarilla a David García tras codazo a Iago Aspas que tenía pinta de roja, perdonándole la segunda cartulina al mismo jugador local en un par de ocasiones, negando varias faltas en la frontal del área favorables al Celta por su incapacidad para seguir el juego de cerca, o con un par de jugadas cuando menos dudosas en la segunda parte en al área de Las Palmas.
No se puede negar el resultado tan condicionado de este sábado en el Gran Canaria. Esperamos que solo sea un borrón en una temporada en el que la actuación arbitral estaba siendo justa, sin mayor queja ni favores de los que avergonzarte. Porque como sea el principio de una racha, yo esto ya lo viví hace un año. O quizás simplemente es que el bueno de Iñaki dicen que es canario, aunque adscrito al colegio vasco.
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