Por primera vez en algo más de tres meses el Celta volvió a
tropezar. Encontró una nueva piedra en el camino, quizá no tan grande como
otras que consiguió sortear en el pasado reciente, pero suficientemente voluminosa
como para hacernos caer. Ayer volvimos a besar el suelo tras 13 semanas sin
probarlo. Volvimos a recordar que nada está hecho todavía y que quedan
infinidad de trampas en el camino. Recuperamos la realidad de un campeonato que
no admite relajaciones y que nos ha recordado lo duro que es alcanzar la meta
con éxito. Debemos extraer una lección y seguir caminando.
Y es que no es el
fin del mundo. El apocalipsis celeste, tal y como algunos han tardado poco en
pronosticar, todavía tendrá que esperar. El empate entre Valladolid y Almería
ha dejado la diferencia sobre el tercero en 6 puntos. Con el goal-average
ganado con el conjunto pucelano podemos decir que estamos prácticamente igual
que al comenzar la jornada, a dos partidos y medio de distancia, y con un
encuentro menos por disputar. Peor deben estar los blanquivioletas, quienes han
dejado pasar una oportunidad de oro para
recortar puntos con los vigueses. Sólo el Hércules, que se acerca a 7 puntos, y
un Depor que ya huele a Primera, se han aprovechado de nuestro pinchazo. El
resto, incluidos Elche y Córdoba, han tropezado también.
Por eso debemos
levantar la cabeza y pensar ya en el próximo sábado. Es lógico que a uno se le
vengan a la cabeza las imágenes del año pasado y que por un instante se piense
que una catástrofe semejante se puede llegar a repetir. Ese miedo al pasado es
un hándicap con el que debe convivir el Celta, ser capaz de superarlo y
desterrarlo para siempre. En algún momento íbamos a perder y no por ello es
hora de empezar a destapar fantasmas. No hay motivos. Incluso pinchando en Huesca la semana próxima
las cosas seguirían sonriendo al Celta. Hay que recordar que ganando sólo lo de
casa se llegaría a los 79 puntos, algo muy difícil de superar por más de un
equipo.
Cabeza arriba pues.
De la derrota en la isla también se pueden sacar conclusiones positivas, y es
que ya hemos perdido el miedo a caer. El Celta ha vuelto a ser humano y a
partir de ahora debe comenzar un nuevo ciclo, el definitivo, el que nos
conduzca a Primera División. La primera piedra será un Huesca que se está
jugando la vida y al que no le vale otra cosa que el triunfo. Para llevarse los
tres puntos hará falta mucho más de lo visto ayer en Gran Canaria. Pero debe haber
la confianza suficiente como para creer en ello. No en vano, y aunque ayer no
lo parecía, estos mismos jugadores son los que nos deleitaron ante el Almería,
remontaron al Recreativo, nos llevaron a la locura en Pucela y golearon sin
problemas al Numancia. Así que, cabeza arriba y a seguir caminando.
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