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Foto: palcodeportivo.com |
Esta mañana se ha
celebrado en Nyon el sorteo de las rondas finales de la Champions League. Real
Madrid y Barcelona, los dos representantes españoles, han tenido suerte dispar:
mientras a los blancos les ha tocado el débil APOEL, los azulgrana tendrán que
verse las caras con el Milan de Ibrahimovic. Sin embargo, el plato fuerte está
reservado para más adelante. De superar los cuartos y hacer lo propio en
semifinales, los de Mourinho y Guardiola se verán las caras en la gran final de
Münich el 19 de mayo. Un duelo sin duda espectacular entre las dos mejores
escuadras del mundo en el mejor escenario posible, la final de la competición
de clubes por excelencia.
Pues bien, ese
mismo día, si el capricho de los horarios así lo desea, es muy probable que se
dispute un Celta-Alcoyano en Balaídos. A falta de tres partidos más (Xerez,
Nástic y Córdoba), el duelo ante los de Alcoy podría resultar vital de cara a
las aspiraciones de los de Herrera por subir a Primera División. Además,
siempre y cuando los vigueses aventajen en más de 9 puntos a sus perseguidores
(sólo 9 si, como es en el caso del Elche o el Valladolid, se tiene ganado el
goal-average particular), los célticos podrían certificar ese día un hipotético
ascenso. Teniendo en cuenta que la final se disputará a partir de las 20:45
horas y que a esas alturas la Liga BBVA ya habrá finalizado, no es descabellado
pensar que el duelo de vigueses y alicantinos se dispute el sábado, por
ejemplo, a las 22:00 horas, coincidiendo así con un hipotético Real
Madrid-Barcelona.
¿Qué ocurriría en
ese caso? ¿Habría lleno en Balaídos o se abarrotarían las cafeterías de la
ciudad para presenciar la gran final? ¿A qué partido darían prioridad los
hosteleros? ¿Llegaría la gente a la hora o aparecería en Balaídos sólo para ver
el final del choque? ¿Qué encuentro ocuparía el campo de visión y cuál los
transistores? En el caso de un triunfo céltico, ¿habría mezcla de colores en
Praza América?
Lo más triste de
todo es que nos lo estemos preguntando. Lo cierto es que sería totalmente
lamentable que algo así pudiese llegar a ocurrir. Por primera vez en mi vida
creo que sentiría vergüenza de ser vigués. He dicho muchas veces que entiendo
la expectación que generan Barça y Madrid, ya que yo mismo profeso mayor
simpatía hacia unos que hacía otros y les deseo los triunfos en sus duelos
particulares. Como buen aficionado al fútbol, me encanta degustar este tipo de
partidos, únicos en cuanto a juego en toda la faz de la tierra. Sin embargo,
lo primero es lo primero. Ninguno de ellos es capaz de ofrecerme toda esa serie
de intangibles que me regala cada día el Real Club Celta de Vigo. Hablo de
alegría, tristeza, sonrisas, lágrimas, pasión, amor, fidelidad, ilusión,
entusiasmo, devoción… Todo eso es monopolio del equipo de mi ciudad, el Celta.
Por ello, espero que todo esto prevalezca y se imponga a la espectacularidad de
un Madrid-Barça. No comprendería que no fuese así. Supondría la prueba
definitiva e irrefutable de que Vigo no merece un equipo en Primera División.
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