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Foto: José Ángel Rodríguez González |
El domingo pasado viví un hecho que no por empezar a ser ya habitual dejó de sorprenderme. Estaba pasando la tarde en Redondela, aguardando a que a las 20:00 horas se iniciase el Numancia-Celta. Un partido importante para los intereses vigueses, pues, pese a estar todavía en el inicio de la competición, urgía una victoria para espantar cuanto antes esa mala racha de tres encuentros consecutivos sin conocer el triunfo.
A eso de las 19:45 comencé a buscar un lugar para presenciar el choque, sin ser consciente de que se iniciaba para mí una auténtica odisea. Me explico. A la misma hora que los de Paco Herrera saltaban al césped de Los Pajaritos, el todopoderoso Barça de Josep Guardiola hacía lo propio en el feudo gijonés del Molinón. Lo normal y lógico, dado que nos encontramos en un municipio gallego a escasos kilómetros de Vigo y que, según me consta, cuenta con un notable número de aficionados celestes, sería que en los bares y terrazas de la localidad se retransmitiese el duelo de Soria, en lugar del de Gijón. Nada más lejos de la realidad.
Tan sólo fue necesario entrar en la primera cafetería para darme cuenta de mi error. Temiéndome lo peor, realicé al camarero una pregunta que, en condiciones normales, no debería tener que hacer: “¿vais a poner el Celta?” Su respuesta fue clara: “vamos a poner el Barça, aunque si quieres te puedo poner el Celta en la tele pequeña”. Le di las gracias por la información y me fui en busca de mejor suerte y de un poco más de cordura. A medida que avanzaba por las calles, me concienciaba de que mi misión parecía cada vez más imposible. En todos los monitores de los distintos bares aparecía la alineación culé, en lugar del once que presentaría el Celta de Herrera.
Finalmente, encontré un bar en el que se me ofreció una oferta, cuanto menos, equitativa. En dicho establecimiento, se emitirían tanto el partido del Barça como el del Celta conjuntamente y en diferentes pantallas para que todo el mundo estuviese contento. La realidad es que sólo yo estaba contento con esa propuesta, pues al resto del personal poco o nada parecía importarle lo que acontecía en Los Pajaritos. En el fondo me sentí importante, pues para todos los allí presentes yo era la única fuente de información de lo que ocurría en Soria. Fue muy triste ver como el gol de Adriano era celebrado por gran parte del bar, mientras los tantos de De Lucas y David pasaban inadvertidos para la mayoría de los clientes.
Con esto no quiero decir que en Redondela no haya celtistas, ni que en ningún lugar del municipio se pudiese presenciar el partido. Pero lo cierto es que me costó lo mío encontrar, en el centro urbano, una sola cafetería que retransmitiese el choque. Este hecho, que cada vez es más habitual cuando el partido del Celta coincide con los de Real Madrid o Barcelona es, bajo mi punto de vista, muy lamentable. Estoy convencido de que mi situación la vivieron también muchos otros celtistas, no sólo en Redondela, sino también en otros municipios de la zona como Baiona, Nigrán, O Porriño, Mos, o incluso Vigo. Como también estoy seguro de que, bajo las mismas condiciones, nada de esto pasaría en Langreo cuando juega el Sporting, en Barakaldo si juega el Athletic o incluso en Zahara de los Atunes si hay partido del Cádiz a la misma hora que cualquiera de los dos grandes. La realidad es cruel: Vigo y sus alrededores no están con el Celta.
Yo soy el primero que me gusta el juego del Barça y que, siempre que puedo, me encanta presenciar el maravilloso fútbol que despliegan los de Guardiola. Aunque en menor medida, tampoco desprecio un partido del Real Madrid. Se trata de los dos mejores equipos del mundo, con los mejores futbolistas en sus filas y es lógico que generen atracción, incluso en los hinchas de otros equipos. Pero, lo primero es lo primero. Hablando claro, me importa un pimiento lo que hagan Madrid o Barcelona si su horario de partido coincide con el Celta. Para ser aún más directo: vería antes un Alcoyano-Celta (con todos los respetos para los de Alcoy), que el clásico del fútbol español.
Igual estoy loco, o igual no me gusta el fútbol tanto como yo pienso. Pero no veo normal que en localidades como Vigo, Redondela, Baiona o Mos, se prefiera ver el partido del Barça antes que el del Celta. Lo peor de todo es que, si los vigueses logran el ascenso y el año que viene juegan en Primera, muchas de esas personas que estaban presenciando el Sporting- Barça irán a Praza América a celebrar el éxito de los de Paco Herrera proclamando su celtismo por los cuatro costados, para después levantarse con los goles culés en Balaídos. Y tres cuartas partes de lo mismo se puede decir de la gran cantidad de madridistas que viven a nuestro alrededor. Yo no soy quien de exigirle a nadie que solamente sea simpatizante de un equipo, pero, lo primero es lo primero. Y, como dije antes, quizás esté loco y viva en mi propio mundo, pero, para mí, lo primero es el Celta.
3 comments:
Amén.
Me he visto en la misma situación, pero en Vigo y a pocas calles de Balaídos, lo cual es triste.
Es la realidad del celtismo, pero bueno, quedemonos con los que sienten de verdad los colores.
Pues siendo de madrid y celtista no te quieras ni imaginar lo que puede ser intentar ver al celta en un bar....apAre de aguantar las mofas de alguno...como deseo que vuelvan los tiempos en que se goleaba a madrid y barsa
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