Víctimas de su propia identidad


Foto: Elche Diario 
Suele decirse que cuando uno juega con fuego termina por quemarse. Desde el mediodía del pasado domingo, cuando Elche y Celta finalizaron su duelo en el Martínez Valero, se han sucedido las protestas a la actuación arbitral desde la localidad alicantina. Atraco, robo o conspiración han sido algunos de los sustantivos empleados por parte de futbolistas, aficionados e incluso periodistas vinculados al club ilicitano. El enfado es notable en Elche por lo que se considera un arbitraje flagrante y claramente parcial, el cual ha servido para descolgar a los blanquiverdes de la lucha por el ascenso directo.

Sin embargo, nadie ha culpado de lo sucedido al grupo dirigido por Bordalás, los cuales, en los últimos tiempos, han adoptado como identidad futbolística la práctica de un juego repleto de intensidad, sustentado en la presión asfixiante y que cuenta con un grado de agresividad notable que, en ocasiones, puede volverse en contra. Algo que, por otra parte, no significa que los ilicitanos sean un conjunto sucio y marrullero, como se hartó de asegurar Fabri, ex-técnico del Granada. No dudo de la buena fe de los alicantinos, pero, dentro de las múltiples opciones que ofrece este deporte, los blanquiverdes apuestan por una que implica jugar al límite del reglamento: ritmo brutal, intensidad enorme y lucha a muerte en cada pelota dividida. Como cualquier otro planteamiento, presenta un riesgo, el cual depende del criterio del colegiado. Y es que si el trencilla apuesta por dejar jugar, los ilicitanos encontrarán en él un cómplice que permita un alto nivel de contacto. En cambio, si opta por señalarlo absolutamente todo, lo lógico es que terminen con algún que otro futbolista en la caseta.

Valdés Aller pertenece al segundo grupo. Forma parte de ese colectivo de árbitros que necesita muy poco para mostrar una cartulina. De este modo, ya durante la primera mitad, los locales se cargaron de tarjetas amarillas. En el transcurso de la segunda, tanto la primera roja como la segunda no admiten discusión objetiva. Quizás la de Generelo, donde el colegiado debió tener un poco más de mano izquierda, sí pueda ser motivo de protesta. No obstante, también hubo otros futbolistas, véase Nicki Bille, a los que su exceso de revoluciones también debió ser merecedor de expulsión.

No debe quejarse el Elche. Saben de sobra a lo que juegan y a lo que se atañen por apostar por ello. Me parecen un conjunto noble, limpio, pero duro. A excepción de la locura de Edu Albarcar, sus futbolistas van siempre al balón, nunca a hacer daño al rival. Sin embargo, semejante ritmo e intensidad pueden, en ocasiones, hacer llegar tarde a los futbolistas, con la consiguiente falta y más que probable cartulina. El Elche es uno de los conjuntos más tarjeteados de la categoría, y lo es por algo. Han optado por este estilo de fútbol, el cual pienso que es más que válido para subir a Primera, pero deben aprender a aceptar las lagunas que presenta. Al igual que un conjunto ofensivo se arriesga a desguarnecer su portería, o un equipo defensivo tiende a debilitar su ataque, los de Bordalás encuentran en la interpretación del reglamento su gran hándicap. Probablemente, con Mateu Lahoz, el Elche no hubiese terminado con ocho. No obstante, anteayer arbitraba Valdés Aller y, con el libreto en la mano, sus decisiones fueron acertadas. Así que, los ilicitanos quizás no debieran quejarse, sino lamentarse porque, esta vez, el plan falló. Han sido víctimas de su propia identidad.

0 comments:

Publicar un comentario