El Celta ha roto con los esquemas de las últimas jornadas. Encajó gol después de 678 minutos imbatido y recuperó el instinto asesino con una gran remontada en la segunda parte, ayudado en parte por Manolo Martínez, que se metió el empate en propia puerta, hundió moralmente a los suyos e hizo creer al Celta en la remontada para terminar el partido con una goleada que no hace justicia a lo visto en Balaídos por la contundencia del resultado. El Celta mereció ganar pero no golear.
No hubo sorpresas en la alineación. Bellvís entró en lugar del sancionado Hugo Mallo, y el resto del equipo fue el mismo que derrotó seis días antes al Murcia con la presencia de Sergio en la portería. El frío fue uno de los protagonistas en el vetusto Balaídos y ni vigueses ni onubenses se adaptaron a las bajas temperaturas entrando al partido muy fríos y sin apenas llegadas a las porterías rivales en los primeros minutos. Ni tan siquiera sustos.
La primera llegada clara del Celta llegó superada la primera veintena de minutos gracias a un fantástico pase de Oubiña a Aspas, que centro de primeras y es De Lucas quién no puede enviar el balón a gol tras una gran parada de Manu. Para entonces, el Celta se había ido haciendo poco a poco con el control del partido, pero los albiazules buscaban el peligro a la contra, dando más de un susto a la zaga de Sergio, que entraba en el once titular por la lesión de Yoel. El Recre seguía muy ordenado, acumulando hombres detrás del balón y saliendo como rayos cuando la ocasión lo requería.
Y en una de estas, a cinco minutos del descanso, Pablo Sánchez se plantó solo ante Sergio tras un despiste de la zaga celeste. En primera instancia, Sergio estuvo ágil y rechazó el balón del delantero onubense, pero el cuero, caprichoso, acaba nuevamente a pies de Pablo Sánchez, que esta vez no perdonó.
El 0-1 que reflejaba el marcador era injusto, pero lo cierto es que el Celta tampoco había hecho un gran partido en estos primeros 45 minutos. El Recre, con orden y oficio, se llevaba el gato al agua con la misión de aguantar hasta el pitido final. Herrera movió el banquillo retirando a Bellvís, que no estuvo del todo inspirado, para dar entrada a Jonathan Vila, que regresaba a su posición de central derecho, desplazando a Oier al lateral derecho, puesto para el que se le fichó.
En la segunda parte, solo había un equipo que lo intentaba. El campo estaba volcado hacia la portería de Manu y las llegadas del Celta se sucedían, aunque con poco orden y mucha precipitación, tal vez contagiado de la inexplicable impaciencia de algún sector de la grada. El Celta se atascaba, se aturullaba, se perdían balones fácil, se erraba en el pase. Faltaba algo. Y ese algo lo pondría Manolo Martínez a los diez minutos empujando a la red en un despejo fallido un balón de De Lucas que no iba a ninguna parte. El catalán había ganado la línea de fondo y su centro al corazón del área se topó con el salvador pie del zaguero albiazul.
El gol espoleó al Celta, y al público, que comenzó a creer en la remontada. A estas alturas de partido, el Celta era el único equipo sobre el campo, mientras el Recre esperaba su oportunidad agazapado en la cueva que había construído para defender el fuerte de Manu, pero otro fallo defensivo le condenó. Iago Aspas interpretó su papel favorito, el de más listo de la clase, aprovechando ese fallo para llevarse a Manu con una brillante maniobra y anotar a portería vacía.
Lo más difícil estaba hecho. El Celta había logrado remontar, algo siempre comlicado, y afrontaba los últimos partidos con la esperanza de matar a la contra. Y pudo haberlo hecho a poco que hubiese estado acertado, pero no parecía el día. Joan Tomás había entrado por Bermejo unos minutos antes, y Toni fue el siguiente, justo después del gol, en sustitución de Quique de Lucas. No llegaba el gol, y lo que es peor, el Celta estaba fallando ocasiones y el partido se había convertido en una suerte de correcalles en donde el gol podía caer hacía cualquier lado.
Se sucedían las contras en una y otra dirección. Al Celta se le apagaba la luz al llegar al área y el Recre creaba cada vez más peligro, pero Sergio estuvo siempre atento, siempre bien colocado, dejando alguna parada de mérito que hizo olvidar por un momento al lesionado Yoel. Tuvo que ser a falta de tres minutos cuando la tranquilidad se instaló por fin en la afición celeste gracias a un magistral pase de Toni que Orellana resuelve con la capacidad que tienen los genios. Tocó la de cal por parte del chileno, después de muchas arenas durante el partido.
El choque ya estaba resuelto, pero faltaba el colofón final. El premio para una afición que aguantó carros y carretas, agazapados debajo de la manta, pudo celebrar otra vez una goleada gracias a un espectacular remate de Iago Aspas que mataba a un Recreativo que se fue demasiado castigado de Vigo, pero que, al fin y al cabo, fue inferior al conjunto de Paco Herrera.
Como viene siendo tradición en los últimos viernes, la victoria permite que el Celta duerma en puestos de ascenso, pero a diferencia de otros viernes, hoy solo hace falta que falle un equipo: El Valladolid. Gracias a la goleada, el Celta le gana el goal-average al equipo pucelano y un empate en Córdoba sería suficiente para terminar la jornada en puestos de ascenso. Por lo demás, ya son nueve partidos sin perder que permiten al Celta llegar al Tourmalet pleno de moral.
Ficha técnica
Celta: Sergio Álvarez, Bellvís (Jonathan Vila, min.46), Oier, Túñez, Roberto Lago, Oubiña, Álex López, De Lucas (Toni, min.70), Bermejo (Joan Tomás, min.59), Orellana y Aspas.
Recreativo: Manu Fernández, Córcoles, Manolo Martínez, Bonaque, Cifu, Juan Villar, Matamala, Ale Zambrano (Fidel, min.74), Aitor (Jesús Rubio, min.74), Pablo Sánchez y Asen (Berrocal, min.63).
Goles: 0-1, min.40: Pablo Sánchez; 1-1, min.55: Manolo Martínez en propia puerta.2-1, min.68: Iago Aspas; 3-1, min.87: Orellana; 4-1, min.91: Iago Aspas
Árbitro: Martínez Munuera, del comité valenciano. Amonestó a Oubiña, Aitor, Córcoles
Campo: Balaídos, 7.679 espectadores
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