El Celta enamora a Balaídos


Foto: Marta G. Brea
Mejor imposible. Así se puede resumir el choque de esta mañana en el estadio municipal de Balaídos. Se hablaba en la previa de que este era el partido, este era el momento para dar un golpe sobre la mesa. No sólo a nivel clasificatorio, donde los de Paco Herrera podían establecer un colchón de cuatro puntos sobre el tercer clasificado. También en el emocional, pues los célticos contaban con una oportunidad magnífica para enganchar a una afición que, empujada por la iniciativa del club, estaba decidida a darle una nueva oportunidad a los vigueses. Estuvieron los 9.000 de siempre, a los que se sumaron algunos más por lo atractivo del duelo. Estos hace tiempo que beben los vientos por los futbolistas celestes. Sin embargo, los 6.000 restantes volvieron a enamorarse, volvieron a reencontrarse con sensaciones de épocas pretéritas y que habían abandonado estos últimos cinco años, volvieron a darse cuenta de lo bonito que es ser del Celta.

El partido fue una maravilla para los ojos. Ni el mejor de los guiones podía predecir un encuentro así. A Vigo llegó un equipo con mayúsculas, con jugadores de otra categoría y que con todo merecimiento fue reconocido como la mejor escuadra que ha pasado por Balaídos esta campaña. Tras una primera parte igualada, donde la pegada del Almería castigó a un buen Celta, el segundo tiempo fue una borrachera de fútbol. Los de Herrera, conducidos por un genial Álex López, desarbolaron a los de Lucas Alcaraz, encerrándolos en la cueva y haciendo vibrar a un público entregado. Además, la entrada de Joan Tomás, el eterno revulsivo, concedió a los vigueses esa pizca de brillantez que los hizo letales. Entre el gerundense y el poderío aéreo de un imperial Mario Bermejo, el resultado sonrió al Celta.
   
Como es costumbre, el final llegó con sufrimiento. No obstante, hacía tiempo que el grito de júbilo no era tan estruendoso al final de un choque. Bufandas al aire, Balaídos recuperó el sonido de otros días, momentos en los que ser del Celta era más un orgullo que un sacrificio. Muchos accedieron a los vomitorios repitiendo: “el próximo volvemos”, resucitados de celtismo y maravillados tanto por el resultado como por la manera de conseguirlo. Quizás hubiese sido mejor un 2-0, con el que además de seguir mostrando seguridad defensiva se hubiera obtenido el goal-average particular. Pero lo más probable es que ese marcador no hubiese enganchado a la gente tanto como una victoria épica, un triunfo heroico cargado de goles y emoción.
   
Por ello, más que tres puntos que colocan al Celta en una posición privilegiada, lo más importante fue el resurgir del celtismo. Grada y equipo se han dado la mano y el devenir del encuentro ha dado motivos para que esta unión no sólo no se rompa, sino que vaya a más. El club continuará con sus iniciativas para reclutar celtistas, visto el éxito conseguido. Hoy han sido 16.000, pero dentro de dos semanas ante el Numancia deberían ser algunos más. Motivos hay para ello. En tiempos difíciles como los actuales no hay nada más bonito que enamorarse, y el Celta está dando razones para quedarse prendado de su fútbol. Como diría Elvis Presley, I can´t help falling in love with you” (no puedo evitar enamorarme de ti). Que dure el amor.

0 comentarios:

Publicar un comentario