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Foto: Marta G. Brea |
Estaba en entredicho y era normal, su rendimiento no era el
mejor. Se hablaba de cansancio por el exceso de minutos, de la edad, de los
picos de rendimiento de un futbolista que supera ya la treintena. Lejos de
parecer impensable como otras veces, alguna buena actuación de Toni condujo a
debatir sobre si quizás era hora de sentar a Quique De Lucas en el banquillo. No cómo algo
indefinido, sino más bien puntual, en determinados momentos, con el fin de que
recargase la batería y llegase fresco al final de temporada.
Era en esos
instantes cuando sus más acérrimos defensores, aquellos que ven en el catalán
al mejor jugador del plantel, salían a la palestra con el famoso argumento de
siempre: “De Lucas tiene que jugar esté como esté, sea la circunstancia que
sea, pues siempre te aporta algún detalle que termina por resultar decisivo”,
repetían una y otra vez. Otros, más escépticos con el de Hospitalet, los
tachaban de exagerados, considerando que si bien era un hombre muy importante,
no merecía el calificativo de insustituible.
Pues bien, las
estadísticas continúan dándole la razón a los primeros. Y es que si tiramos de
hemeroteca, raro es ver algún encuentro en el que el extremo celeste no haya
tenido una participación decisiva en el devenir del choque. Goles, asistencias,
intervenciones clave… De Lucas es el futbolista del Celta que mejores números
presenta en todas estas facetas, lo que no tiene por qué suponer que sea el
mejor del equipo. Esto, al fin y al cabo, no deja de ser un calificativo que
cuenta con un elevado componente subjetivo. Pero, si nos alejamos de la opinión
personal y acudimos a lo llanamente tangible y cuantificable, el catalán aparece
como el hombre más destacado.
Hagamos memoria. La
competición se inicia para el Celta con un doble desplazamiento a Murcia y
Huelva, en el cual el 22 céltico anota dos goles y firma otras tantas
asistencias que sirven para que el equipo amarre los seis puntos. Vuelve a
adquirir protagonismo en Soria, abriendo de penalti el marcador ante el
Numancia. En Xerez, una porfía suya propicia el gol postrero de Catalá,
mientras que ante el Huesca es capaz de anotar un tanto y servir otro en
bandeja a Iago Aspas. Villarreal B, Cartagena y Deportivo destapan su conocida
faceta de pasador, logrando cuatro asistencias si consideramos como tal la que
propicia la diana en propia meta de los blanquinegros. Posteriormente, dos
conjuntos de su tierra como Barça B y Sabadell sufren, en una ocasión
respectivamente, su olfato de gol. Y finalmente, ya con la llegada del nuevo
año y coincidiendo con su bajón de forma, termina por reafirmar la teoría de
que incluso en sus peores momentos siempre deja algún detalle clave: el centro
del gol de Roberto Lago frente el Nástic, el pase de la muerte que Manolo
Martínez convierte en el inicio de la remontada ante el Recre, el magistral
tanto de falta contra el Elche o la diana y asistencia que regaló este domingo
ante el Almería.
En fin, los números
dicen que De Lucas es el jugador más decisivo del Celta. 8 tantos y 11
asistencias así lo corroboran, superando incluso las 9 dianas y 5 pases de
gol de Aspas o las 6 y 4 de Orellana, otros de los futbolistas más
destacados. Suele decirse que las estadísticas son la mejor manera de mentir
diciendo la verdad. Es posible. Puede que no sea imprescindible, que no se le
considere vital, que el equipo consiga sobrevivir sin él como ya se demostró
(en sus dos únicas ausencias, Girona y Alcoyano, el Celta sumó los tres
puntos). Pero lo que sí es verdad es que catalán es un jugador decisivo,
especialista en aparecer en los momentos clave, de los que da puntos. Por ello,
inevitablemente, habrá que darle la razón a aquellos que no se cansan de repetir
que De Lucas tiene que jugar sí o sí, pase lo que pase, en cualquier
circunstancia.
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