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Foto: Marca |
El Mirandés ha hecho historia anoche eliminando al Espanyol y plantándose en las semifinales de la Copa del Rey. Un éxito sin precedentes en la historia de un Mirandés que no ha dejado de crecer en los últimos años. El conjunto burgalés ha sido campeón de Tercera División en tres ocasiones en los últimos diez años y ha disputado dos play-offs de ascenso a Segunda. Hasta el momento su mejor participación en la Copa del Rey había sido en la Temporada 2004-05, cuando cayó apeado en octavos de final por el Betis.
Pero ayer no había quien pudiese con él. Tuvo que remontar tras el gol del Espanyol, que llegaba al comienzo de la segunda mitad, y supo sacar los arrestos suficientes para doblegar la eliminatoria luchando y sufriendo hasta el final, apoyado por la calidad de Pablo Infante y ese cabezazo de César Caneda que pasará a la historia del equipo "jabato".
La victoria del Mirandés fue algo más que una victoria. Fue la victoria del FÚTBOL con mayúsculas, de ese fútbol modesto que es la base sobre la que se sustenta todo lo demás. El regreso a la raíces, la felicidad plena de Miranda de Ebro, una localidad que no llega a los 40.000 habitantes y de la que hoy se hablará en toda España. Fue el orgullo de todos los mirandeses, que hoy son la envidia de todos los pueblos del país.
Pero todos, absolutamente todos aquellos que creemos en el fútbol desde la base, todos los que pensamos que el fútbol es algo más importante que todo eso, sentimos como nuestra la victoria del Mirandés. La victoria de un equipo que se nos hace simpático, que representa los valores del fútbol: Competir de igual a igual. Eso tan pasado de moda del "cualquiera puede ganar a cualquiera". Es una victoria que da la razón a aquellos que dicen que en el fútbol el dinero no lo es todo.
Es posible que muchos niños en Miranda hayan disfrutado con la victoria del Barcelona en Wembley para proclamarse campeón de Europa, y alguno, los más mayores habrán visto a Zidane marcar aquel gol que le daba la novena Copa de Europa al Real Madrid. Y los más jóvenes se conformarán con ver a los de Mourinho golear a cuanto equipo se cruza por su camino, pero seguramente jamás olvidarán lo que ayer pasó en Anduva. Pablo Infante bota una falta y César Caneda la peina al fondo de las mallas. No es un gol cualquiera, es el gol de la victoria, el gol que da el pase a semifinales.. y en el minuto 92. ¿Acaso algún niño de Miranda de Ebro podrá sentir algo igual en su vida viendo un partido de fútbol?. Porque ese gol no lo marcó cualquier equipo, ese gol lo marcó el equipo de su pueblo. Pechos enchidos y orgullo inmenso. ¡Viva el fútbol!.
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