La nueva vida de Dani Abalo


Foto: Nàstic
A orillas del Mediterráneo ha tenido que emigrar Dani Abalo para volver a disfrutar del fútbol. Relegado a la suplencia en el Celta, el extremo arousano debutó el pasado fin de semana con el Nàstic, realizando una actuación que el Nou Estadi le agradeció con aplausos. Abalo cuenta con la confianza del técnico Jorge  D'Alessandro, que le quiere para que desborde por la banda derecha, sin que tenga que moverse por territorios para él inhóspitos.

Dani Abalo nunca olvidará las navidades pasadas. Ese tiempo de reencuentro familiar supuso para el futbolista (Vilagarcía, 1987) una despedida dolorosa. El Nàstic estaba dispuesto a ofrecerle los minutos de juego que le negaban en el Celta. A finales de diciembre hizo las maletas y se fue, en compañía de su novia y de su perro, a Tarragona. Allí le esperaba con los brazos abiertos Jorge D´Alessandro. El mediático técnico hispano-argentino apostaba por el extremo para ayudarle a sacar al equipo grana del atolladero.

"La vida me ha cambiado mucho", proclama Abalo, que agradece la presencia de su compañera y de su mascota. Vivir solo en su nuevo destino resultaría "muy agobiante", sostiene. Sin embargo, el inicio de la nueva etapa resultó un poco accidentado, pues en los primeros entrenamientos sufrió una lesión en una rodilla y tuvo que retrasar su debut con el Nàstic. Se presentó en el Nou Estadi el pasado fin de semana, en el partido ante el Elche, uno de los candidatos al ascenso. Abalo está contento de su actuación. "Por fin pude debutar después de la lesión, el equipo pudo conseguir una victoria y a mí me salió todo bastante bien. Estuve acertado en casi todas las jugadas en las que intervine y no me puedo quejar", explica el jugador del Celta que jugará cedido hasta junio.

D´Alessandro quiere que Abalo limpie la línea de cal sorteando rivales y dando asistencia a los compañeros que se incorporan al ataque. Era lo que venía reclamando en Vigo, donde Herrera le exigía que también trazase diagonales hacia el centro. Ese territorio siempre le ha resultado inhóspito, por lo que acabó pagándolo con la suplencia y más tarde con el olvido en la grada.

Nada más incorporarse al Nàstic, el conjunto catalán jugó en Balaídos. Abalo tenía prohibida su presencia en este partido por imperativo contractual. "Lo vi por televisión en casa de un amigo de la peña Blau Cel que vive en Tarragona". A la pregunta de si ese día iba con los celestes, responde para no molestar a nadie: "Seré feliz mientras los dos equipos cumplan sus objetivos". En el que ahora juega, ha de evitar el descenso; y del que procede, que suba a Primera.

El celtismo lo lleva en las venas y ya piensa en la posibilidad de acudir el sábado a Girona para presenciar el encuentro del Celta. "No sé si el club y el míster me dejarán ir. Pediré permiso para desplazarme porque me gustaría saludar a mis compañeros; bueno, mis excompañeros", rectifica. Quiere aprovechar que el Nàstic juega al día siguiente en casa ante el Almería y contarle en directo a sus amigos las primeras impresiones de su nueva experiencia.

La afición del Nàstic le brindó la primera ovación cuando fue sustituido por el ourensano Seoane tras realizar un brillante partido ante el Elche. Abalo vuelve a disfrutar del fútbol. "Estoy agradecido a que me hayan apoyado desde el primer día", concluye.

Jaime Conde / Faro de Vigo

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