Un doble pivote para gobernarlos a todos


Foto: LOF
Bajo mi punto de vista, si hubo algún perjudicado por el planteamiento de Paco Herrera el pasado domingo en Córdoba, esa fue la pareja de mediocentros que conforman Álex López y Borja Oubiña. La táctica conservadora del técnico catalán, quien cedió descaradamente el balón al rival en busca de aguantar el marcador y tratar de aprovechar el bajón físico final del adversario para resolver, limitó y mucho la capacidad futbolística de dos hombres clave en el esquema céltico como son el ferrolano y el vigués. Tanto que, posiblemente, ambos firmaron su peor encuentro de la temporada, pues ni entraron en contacto con el esférico ni fueron capaces de contener a un centro del campo local mucho más poblado y dueño absoluto del balón.
   
Herrera debería saber que dispone, con casi total probabilidad, del mejor doble pivote de la categoría. La verdad es que cuesta encontrar, en cualquiera de los veintiún adversarios del conjunto vigués, uno sólo que reúna en su medio campo a dos futbolistas de tal calidad. Además, ambos han demostrado que se complementan a la perfección. Oubiña, espectacularmente recuperado tras sus casi cuatro años de inactividad, está poco a poco volviendo a ser ese centrocampista sobresaliente en el aspecto táctico, capaz de abarcar una gran cantidad de terreno y con criterio para manejar la pelota. Por su parte, Álex López ha dejado de ser una promesa para convertirse en realidad: un jugador capaz de jugar y hacer jugar, con calidad suficiente como para mover el balón a su antojo y con la capacidad de sacrificio necesaria como para recorrer un buen puñado de kilómetros en cada partido, tanto en el aspecto ofensivo como en el defensivo.
   
El cambio de esquema que adoptó el técnico celeste allá por el mes de octubre introducía a Oubiña y a Álex López en el doble pivote. El porqué radicaba en que el Celta buscaba ahora la manera de ganar a través del balón. Atrás quedaba ya el fútbol de contraataque del año pasado, el cual dejaba de ser característica definitoria de este equipo para convertirse en una alternativa puntual. Ahora, los vigueses buscaban llevar el peso de los partidos, ganar a través del fútbol de asociación y combinación, llegar al arco rival a partir del ataque estático. Un estilo de juego que le viene como anillo al dedo tanto al vigués como al ferrolano, cómodos con la pelota en los pies y perdidos sin ella.
   
Pues bien, incluso así, Herrera apostó por regalar el balón al Córdoba y limitar la participación de Álex y Oubiña a labores de contención. Algo que no se entiende, sobre todo cuando sus dos mediocentros son dos futbolistas superlativos con balón y más limitados sin él. Con esta pareja, lo lógico al menos es que los vigueses fuesen quienes de discutirle la posesión al rival y no de quedarse en un pírrico 27%. No es entendible que la propuesta sea ceder el control al adversario y desaprovechar las condiciones de una pareja de futbolistas de tal categoría. Y no me vale la excusa de que enfrente también hay un rival que sabe jugar y que maniató completamente al Celta. Estoy completamente seguro que si los vigueses hubiesen salido a hacerse con el control del partido, hubiesen sido mejores o cuanto menos no hubiesen sufrido un dominio tal.
   
Herrera debe ser consciente de que un Celta en el que Borja Oubiña y Álex López sean los mediocentros titulares tiene que ser un equipo que domine, que tenga el esférico y que busque llegar a la portería contraria a través de la posesión. Luego se puede ganar o perder, pues en este deporte influyen muchas otras variables. Pero lo que no se puede es obligar a estos dos futbolistas a pasarse 75 minutos corriendo detrás del rival. Para eso, mejor apostar por otra pareja de mediocentros más cualificados para esa labor. Y es que éste no es un doble pivote para especular ni dejarse dominar, es un doble pivote para gobernarlos a todos.

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