Silenciosos hombres invisibles

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Es un trabajo de trinchera, silencioso, muy discreto'. Miguel Montes Torrecilla, secretario técnico celeste, habla del departamento que dirige, la cocina del club donde se buscan y se encuentran los futbolistas requeridos no sólo por el primer equipo, sino por toda la estructura de fútbol base. Una labor que se realiza de manera casi escondida por su propia naturaleza y que en el caso de la entidad celeste recae, básicamente, en cuatro personas: Santiago Castro, Milorad Ratkovic, Toni Otero y Wagner Molina.

En todos ellos, además de la necesaria cualificación futbolística, Torrecilla ha encontrado 'el que para mí es el primer valor: la discreción. Cuando vamos a los campos, la idea es pasar desapercibidos. La información es poder y cualquier tipo de filtración por parte de un miembro de tu propio equipo es imperdonable'. Porque si la competencia es dura sobre el terreno de juego, no lo es menos en el mercado.

La secretaría técnica se divide en tres secciones principales: fútbol profesional –que engloba primer y segundo equipo–, fútbol base –coordinada por Toni Otero– y estudio del rival –a cargo de Ratkovic y Molina–. Para tocar todos los palos, la tarea se reparte entre el cuarteto mentado, aunque se cuenta también con el trabajo externo de otras tres personas: los ojeadores Toño Montes Torrecilla y Toni Aparicio, en el caso del fútbol profesional, y José Ángel Lourido, en el caso de la base. Cada uno de ellos tiene una demarcación geográfica concreta –aunque con disponibilidad para desplazarse en caso de necesidad– y trabaja en exclusiva para el Celta.

A este entramado hay que unir al propio Miguel Torrecilla y a todos los entrenadores de fútbol base, que además de entrenar a sus equipos tienen que acudir cada fin de semana a otros partidos para hacer seguimiento de jugadores. En el global, no es una mera labor de 'fichador. Hay un ingente trabajo previo que evita que fiches a través de los ojos de otro. Siempre habrá errores, pero se minimizan cuanta más información manejes'. Por eso, la tarea conlleva un esfuerzo continuo, con horas de visionado y de viajes porque 'te equivocas mucho menos cuando ves al jugador en directo'.

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