Foto: Ricardo Grobas |
Razones no faltaban
para pensar así, por lo menos durante la pasada temporada y el inicio de esta.
Por una extraña razón, a los célticos se les bajaba la persiana cada vez que
tenían que jugar al abrigo de su afición. Por el contrario, una semana más
tarde y a cientos de kilómetros de Vigo, todas las luces parecían encendérseles.
Pero este sábado
puede ser que tengamos que cambiar de opinión. Y es que una victoria de los de
Paco Herrera ante el Guadalajara confirmaría un hecho habitual en otros
equipos, pero totalmente inaudito en el nuestro: el Celta pasaría a presentar
mejores números como local que como visitante.
A día de hoy los vigueses
cuentan con 27 puntos, 14 de los cuales se han logrado fuera de casa tras un
balance de cuatro victorias, dos empates y tres derrotas. Tras un mal comienzo
con un punto en tres partidos, el nivel en casa de los celestes ha subido
varios peldaños: victorias ante Huesca, Girona, Cartagena y Sabadell, y
únicamente un tropiezo ante el Hércules. Todo ello hace un total de 13 puntos,
los cuales podrían convertirse en 16 de ganar este próximo fin de semana a los
de Carlos Terrazas.
Cuatro victorias en
ocho partidos, seis en once si contamos la Copa del Rey, que revelan que el
Celta ha mejorado como locatario. Sin alcanzar todavía niveles de un equipo que
pretende ascender (los vigueses son el 12º mejor local de la categoría), sí que
parece que Balaídos ha dejado de ser ese templo de lamentos y desesperación
para la hinchada viguesa. Los de Paco Herrera se están haciendo más fuertes en
casa y el calendario es propicio, a priori, para que la buena racha continúe,
pues Guadalajara, Nástic, Murcia y Recreativo serán los próximos equipos que
visiten la ciudad olívica.
Compensa pues ganar
a los alcarreños. Y no sólo por escalar a efectos clasificatorios, sino por
romper de una vez esa estúpida maldición que dice que nuestro estadio es el
coto de caza favorito de los adversarios. Balaídos debe volver a ser ese fortín
que fue antaño, un feudo de donde los tres puntos pocas veces se escapen. El
sábado se puede dar un paso importante para que así sea, un paso hacia lo
habitual, hacia lo cotidiano. A fin de cuentas, un regreso a lo lógico.
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