Ahora más que nunca, creo


Foto: Ricardo Grobas
Señores, esto empieza a parecerse al equipo que todos queremos ver. El buen juego ya no es una sorpresa, ya casi se ha convertido en algo habitual en este equipo. Pero hay algo más, por fin, nuestra defensa comienza a hacerse fuerte.

Parece que ya da igual quien ocupe los centrales (hace tiempo que todos sabíamos que los laterales son de garantías). En los dos últimos partidos de Liga Oier y Túñez nos habían sorprendido con su solvencia, pero llegó la copa, y con ella, las rotaciones. El Espanyol parecía una prueba de fuego para Vila y Catalá, que se habían visto relegados a la suplencia. Ambos, sobre todo Catalá, cumplieron con creces. Hasta los problemas a balón parado parecen haber sido solucionados gracias a la decisión de Herrera de cambiar el sistema de marcaje. Parece que por fin ha querido probar el marcaje al hombre, y parece que está funcionando.

Además, este partido nos deja todavía más claro, si cabe, que tenemos una de las plantillas más compensadas de Segunda División. Parece que ya es igual que juegue uno u otro. Debo admitir que fui uno de los primeros en dudar de la capacidad de este equipo en los inicios de temporada. Las bajas de Falcón, López Garai, Michu y Roberto Trashorras parecían un obstáculo demasiado grande para un equipo que no se había gastado ni un duro en fichajes.

Pero la buena planificación de la plantilla, por una vez hay que admitirlo, el salto de calidad que Iago Aspas parece haber experimentado, la recuperación de Borja Oubiña y el abandono de Herrera de algunas de sus testarudeces (trivote, marcaje en zona…) parecen haberme quitado la razón.

Es por ello que, pese a que Balaídos sufre para registrar entradas de más de 8.000 personas y el Celta no está ni siquiera en puestos de play-off y se tendrá que jugar el todo por el todo en los dieciseisavos de Copa en Cornellá, creo más que nunca en este equipo.

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