Criticando patadas y aplaudiendo collejas



Foto: eldepor.lavanguardia.es
Las incendiarias declaraciones de Iago Aspas no han tardado en prender la llama de la indignación en A Coruña. Como es habitual, al diario deportivo coruñés DeporSport le ha faltado tiempo para tomar partido y erigirse como voz de un deportivismo molesto e indignado ante las palabras vertidas por el atacante celeste. En una portada ofensiva, excusada en el infantil enunciado de “él empezó primero”, el periódico aprovecha para cargar contra el de Moaña, tildándolo de bocazas. Sin duda, un comportamiento que poco o nada beneficia a un derbi del que se pretende sea una fiesta del fútbol gallego.

Es evidente que Iago Aspas se equivocó. Motivado por lo que fuere, sus palabras acerca de la ya famosa patada de Vagner a Tristán no se corresponden con un jugador de su nivel. Si lo que desea es ganarse aún más a la afición celeste, la mejor manera que tiene para hacerlo es con la pelota en los pies, donde sí es un auténtico maestro. Declaraciones como estas sólo sirven para echar leña al fuego y abrir la veda para que comience el intercambio de palabras ofensivas de un bando a otro.

No obstante, y reconociendo el error del jugador celeste, tampoco comprendo semejante indignación en A Coruña. Sobre todo cuando desde la capital herculina lleva años aplaudiéndose una acción lamentable que aconteció hace once temporadas en el césped de Riazor y en la que el brasileño Djalminha y el ruso Mostovoi fueron protagonistas.

Hablamos, claro está, de la famosa colleja que el deportivista propinó al céltico en uno de sus numerosos piques en los derbis. Un acto de cobardía, pues Djalminha lo hizo a espaldas no sólo del árbitro, sino del propio Mostovoi, para justo después hacerse el loco y poner cara de no haber roto un plato. Un gesto pésimo, pero que en A Coruña fue poco menos que elevado a la categoría de arte por muchos deportivistas, quienes definieron al brasileño como un héroe por esa actuación.

Si todos somos coherentes, tanto celtistas como deportivistas, sabremos criticar ambas acciones. Tanto la de Djalminha como la de Vagner y, por extensión, las declaraciones de Aspas. Lo que no se puede es poner el grito en el cielo y hablar de incitación a la violencia primero, si antes y después ovacionamos y nos sentimos orgullosos (para muestra el propio Djalminha con sus declaraciones de ayer) de actuaciones igual de deleznables. Y es que no se puede criticar patadas y aplaudir collejas.

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