Celta y Balaídos, Balaídos y Celta. Puede parecer increíble pero, en los últimos tiempos, ambos entes parecen haber caminado separados, sin la obvia conexión que todo club de fútbol establece con su estadio. Parece como si el equipo celeste, huérfano de hogar, hubiese abandonado sus raíces, su casa, el lugar donde se hizo grande, pasando a vivir más cómodo lejos de su feudo. Algo así como el mundo al revés, como si los vigueses fueran forasteros en Vigo y oriundos de cualquiera de las demás localidades de la categoría.
La verdad es que parece un sinsentido, algo lejano a todo razonamiento lógico y con lo que conviene terminar cuanto antes. Más que nada por necesidad de ambos: del Celta para volver a sentirse fuerte en su estadio, para ganarse el respeto de unos rivales que ya llegan sin miedo a la ciudad olívica, para evitar que sean pocos los puntos que se escapen de Vigo y de esta manera consolidar una candidatura al ascenso que, sin las buenas actuaciones como local, se asemejarían más a una quimera que a una realidad; y de Balaídos porque necesita volver a reencontrarse con su equipo, aquel que tanto lo hizo disfrutar no demasiado tiempo atrás y que, en los últimos años, parece empeñado en convertir cada partido sobre el césped del estadio del Val do Fragoso en un continuo sufrimiento. Ambos se necesitan, ambos carecen de sentido sin el otro y, sobre todo, ambos deben volver a caminar de la mano si se quiere, de una vez por todas, despertar de este mal sueño que vive el celtismo desde hace ya casi cinco años.
El saldo del equipo en su estadio en estos partidos iniciales de la temporada se asemeja, por desgracia, más al de las últimas campañas que a los números que todos desearíamos. Victoria en Copa del Rey, en la prórroga, ante el rival de esta tarde, la U.D. Las Palmas; derrota frente al Elche y empate in extremis ante el Real Valladolid. Un balance más negativo que positivo, sobre todo si tenemos en cuenta que el único triunfo, obviando el hecho de que se produjese en el tiempo extra, fue en un encuentro que, para el objetivo que nos ocupa (el ascenso), es poco menos que intrascendente. En cambio, en el camino hacia Primera, frente a rivales que, como el Celta, apuestan por acabar el curso en la zona privilegiada de la tabla, se ha logrado sólo un punto de seis posibles. El del Elche fue un mal partido, que si bien se decidió con un testarazo de Pelegrín, en los últimos minutos, tras fallo en el marcaje de Oubiña, dejó en evidencia muchos de los defectos del equipo vigués. Frente a los pucelanos fue muy distinto, pues los de Herrera, sin realizar un choque excesivamente brillante, fueron superiores a su rival y, de no ser por el meta Jaime, el golazo de Orellana no hubiera sido el único del encuentro para un Celta que mereció más que un empate en los últimos compases.
Mañana vuelve a visitar Balaídos la U.D. Las Palmas, de la que se espera algo más que lo ofrecido en el duelo copero. Ese día, los canarios vinieron poco menos que de turismo a la ciudad olívica, mostrando una preocupante imagen de equipo débil y sin recursos ofensivos. Su apuesta fue la pertrecharse atrás y aguardar un fallo celeste que, por suerte, no se produjo. El Celta, incomodísimo cuando se le espera en área contraria, obligándole a manejar el tempo del partido, no dio con la tecla para abrir el muro amarillo hasta la prórroga, donde Joan Tomás y Iago Aspas certificaron una victoria merecida por la insistencia de los locales y la apatía de los visitantes.
Para el partido de mañana, Herrera no medita demasiados cambios. Las únicas dudas surgen en el lateral derecho y en el mediocentro defensivo. En la primera demarcación, Hugo Mallo, quien no disputó ni un solo minuto en el partido de la selección española sub21 frente a Croacia, podría llegar a tiempo para jugar, aunque se prevé que Herrera prefiera concederle una oportunidad a Bellvís, incluso a pierna cambiada, ante el buen rendimiento de este y la falta de minutos de un Oier que acaba de salir de su lesión. Mientras, en el medio campo, Oubiña podría regresar al once en detrimento de Bustos, con lo que se confirmaría la idea de Herrera de disponer del vigués en los partidos de casa, donde al Celta se le exigirá llevar el peso del partido, y apostar por el alicantino para los choques en campo contrario. Todo lo demás parece claro, por lo que Yoel ocupará la portería; la defensa estará completada con Lago en el lateral izquierdo y Vila y Catalá de centrales; Insa y Álex López en el centro del campo; y arriba, Orellana, De Lucas y David. Herrera ha dado una lista de 20 futbolistas, de las que, a última hora, se caerán dos nombres. Todo parece apuntar a que uno de ellos será el de Dani Abalo, mientras que el otro descarte puede recaer en uno de los recién recuperados, Oier o Bermejo.
Por su parte, el rival poco o nada se parecerá a ese equipo gris y exento de ambición que visitó Balaídos en el mes de septiembre. Los canarios, bien situados en mitad de tabla con 8 puntos, buscarán en Vigo una victoria que les permita confirmar un buen arranque y, de paso, engancharlos al carro de cabeza. No contarán en sus filas con el ex–céltico Javi Guerrero, lesionado. Aunque Juan Manuel Rodríguez siempre puede sorprender a propios y extraños, lo más probable es que los amarillos salgan de inicio con: Barbosa en la puerta; Pignol y Ruyman en los laterales con David García y Herner en el centro; Juan Guerra y Vicente Gómez en medio campo; Vitolo, Jonathan Viera y Sergio Suárez en la mediapunta; y arriba Quiroga o un discutido Portillo.
Esta tarde, a partir de las 18:00 horas, el Celta tiene una buena oportunidad para reencontrarse con su afición, para recuperar el tiempo perdido, para volver a demostrar su fortaleza en Balaídos. Además, un triunfo frente a los canarios serviría no sólo para engancharse definitivamente a la zona alta de la tabla, sino para encadenar dos victorias consecutivas que, a buen seguro, eliminarían cualquier tipo de dudas que se hayan podido generar. Conviene y mucho ganar hoy: le conviene al Celta para recuperar a Balaídos, y le conviene a Balaídos para no dejar de confiar en el tiempo. La victoria se antoja pues, como una necesidad recíproca.
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