La mano que lo hizo posible


     Foto: Ricardo Grobas / Faro de Vigo
Se levanta hoy uno muy contento en busca de un periódico que degustar en la jornada matinal. Nada más abrir el diario, las imágenes de Iago Aspas le empapan a uno la retina. Calificativos como los de “genial”, “fantástico”, “maravilloso” o “sublime” acompañan al nombre del de Moaña en cada página dedicada a la información deportiva. También tienen su espacio gente como Orellana u Oubiña, protagonistas de la épica victoria del Celta en la tarde de ayer.

Sin embargo, de no ser por una acción que aconteció pocos minutos después de iniciarse la segunda mitad, esas portadas, esos titulares, esas imágenes, podían haber sido completamente distintas. La mano salvadora de Yoel a disparo de Joselu mantuvo con vida a un Celta que por aquel entonces perdía por 2-1 y que, con dos goles de desventaja, iba a tener muy complicado darle la vuelta al choque.

La jugada nace de un balón a la espalda de Oier y Catalá que ninguno de los dos defensas, mal colocados, es capaz de interceptar. Joselu, al igual que en la jugada del segundo gol, encara al portero vigués con tiempo y espacio de sobra para planificar su lanzamiento. Opta por un disparo seco y elevado ante el que Yoel responde con una estirada prodigiosa. El balón se marcha a saque de esquina y el celtismo respira. Ahí se acabó el Villarreal. De ese momento en adelante, el Celta fue dueño y señor del partido.

Nunca he sido yo el principal defensor de Yoel. Me parece un guardameta más que correcto bajo palos, pero muy limitado en las salidas. Vive debajo de su portería, lo que genera desconfianza en los balones por alto. Asimismo, tampoco ofrece demasiada seguridad, algo vital en un portero, ya que es capaz de la mejor de las paradas, así como de cometer el error más infantil. No obstante, he de reconocer que, en este inicio de temporada, está ofreciendo un rendimiento superior al que esperaba, pues salvo algunas acciones puntuales, ha mostrando un nivel bastante aceptable. Ayer vencimos, sin duda, gracias a la calidad de Orellana, el criterio de Oubiña y los goles de Aspas. Pero fue esa mano que sacó Yoel poco después de volver de los vestuarios la que lo hizo posible.

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