Leemos hoy en La Voz de Galicia, un fantástico artículo de Pablo Carballo, titulado "El genio mal administrado", con el que no podría estar más de acuerdo. En él, el periodista de La Voz relata ese bucle constante en el que está siempre inmerso Iago Aspas, cuyo recorrido es enorme para lograr la titularidad, derecho que pierde al primer traspiés.
Ha sido su sino desde aquella tarde de junio de 2009 en la que Eusebio miró al banquillo y solo vio a un jugador capaz de revolucionar el partido. Aquel día, Iago se coronó como la gran promesa del celtismo, el único jugador del Celta que no está en venta a precio de mercado. El futbolista que enamora a Chaves y a Mouriño. La niña de los ojos de casi todo el mundo, pero suplente. Probablemente el jugador suplente más querido del mundo.
Y es que a día de hoy, más de dos años después de aquel día de junio, Iago Aspas sigue con el cartel de suplente a cuestas. Ese cartel que jamás se ha podido sacar de encima. Casi da igual lo que haga, casi da igual lo que diga o piense. Iago, que sería titular para todo el mundo, siempre acaba en el banquillo.
Lo vivimos con Eusebio. El genio de Moaña era uno de los habituales salvadores del técnico castellano. Lo hizo un día en Huelva, lo volvió a hacer en Girona, y volvió a ser Aspas el encargado de abrir una victoria ante el Nástic que daba la salvación matemática a falta de dos jornadas para el final. Lo mismo que un año antes, pero sin tanto dramatismo ni tanta literatura.
Y así sigue. Sus números el año pasado fueron buenos. Consiguió ser titular a base de pelear desde el banquillo, de salir y revolucionar partidos, pero duraba una o dos jornadas antes de volver camino de ese banquillo que tanto detesta. Algún día será capaz de ganarse la confianza del entrenador, de defender con tanto aplomo lo que gana con su descaro.
0 comments:
Publicar un comentario