El celtismo vive en una vorágine orgásmica. Y no es para menos. La victoria de ayer, primera en casa esta temporada, así lo exige, ya que el equipo dio una muestra de calidad y capacidad suficiente para optar a mucho más de lo que hasta ahora venía opositando. Dentro de ese vendaval de elogios y felicitaciones, lo más lógico es que los nombres e imágenes de los goleadores copen las portadas de periódicos e informativos. Iago Aspas es el que más se repite por la calle, acompañado de algún que otro Joan Tomás o del siempre recurrente Quique De Lucas. El fútbol, por suerte o desgracia, acostumbra a premiar a los finalizadores, a los rematadores, en un ejercicio que muchas veces sobrepasa la delgada línea de la injusticia.
Hoy, todo celtista se levanta apresurado de la cama en búsqueda de un periódico que devorar y saborear. Todo detalle, toda noticia es poca para un aficionado que se relame de un victorioso desayuno. Entre las páginas del diario, las habituales puntuaciones a los futbolistas. Foto en grande de un Iago Aspas inconmensurable que roza, lícitamente, el sobresaliente. Sin embargo, por debajo, con un mísero seis y un comentario poco acertado, aparece el futbolista que con su sola presencia le está cambiando la cara a este equipo.
A todo delantero se le exigen goles, por lo que cuando la sequía predomina en sus registros lo normal es que sea criticado. No es ese el caso de Mario Bermejo. El cántabro, sin un solo tanto en el campeonato liguero (sí anotó en Copa frente al Valladolid), está destacando por unas cualidades mucho más importantes que la simple finalización. Ubicado en una posición extraña a ojos del hincha como es la mediapunta, aporta multitud de virtudes a un equipo que se aprovecha de su inteligencia a la hora de jugar. Destaca, principalmente, por su juego de espaldas a portería, siendo vía de escape para el grupo cuando éste se encuentra acorralado y asediado en campo propio. Bien dotado técnicamente, no ha mostrado dificultad alguna para asociarse con cualquiera de los “jugones”, especialmente con un Iago Aspas que se ha convertido en su mejor socio. Se ha transformado en un asistente de lujo, un eje en la delantera con el que asociarse en tres cuartos de campo. Además, lo gana todo por arriba, tanto en ataque como en defensa, lo que disminuye el déficit del equipo en el juego aéreo.
Solamente tres encuentros tras regresar de su lesión han bastado para demostrar que “SúperMario” tiene que ser indiscutible dentro del once. Aunque todavía no haya conseguido perforar la meta rival, su aportación a este equipo va mucho más allá de cualquier gol que pueda anotar. Puede parecer increíble, pero un delantero como él está elevando a la categoría de arte su falta de puntería. Otros lo hicieron antes, como Lubo Penev, y algunos ahora como Frederic Kanouté. Todos ellos atacantes que no asombraban por sus registros goleadores, pero sí por la variedad de alternativas que ofrecían a sus equipos en ataque. Sinceramente, no me quiero ni imaginar si Bermejo, además de todo esto, empieza a afinar el punto de mira y se reencuentra con el gol. Puede ser increíble.
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