Dani Abalo tenía un recuerdo muy dulce de su última visita a Los Pajaritos. El arousano se salió literalmente en el último partido que disputó el Celta en Soria e hizo soñar al celtismo con ese gran jugador que apuntaba ser. Visto la temporada de forma global, aquel partido fue un espejismo. Abalo no consiguió ganarse la titularidad, y solo en el tramo final contó con la confianza de Herrera, que no de la afición, si hablamos en líneas generales. Llegó incluso a jugar el partido decisivo ante el Granada saliendo como titular, pero si valoramos la que debía ser la temporada de su consolidación, podría considerarse un fracaso.
Este año, el enésimo año de Abalo, pinta aún peor que el pasado. Abalo ya no entra en las convocatorias y suele ser el descarte habitual de Herrera, que pese a todo, quiere mantener con "vida" al extremo celeste. Ayer en rueda de prensa le echó un capote: "Es injusto que no viaje porque lo merece y lo vamos a necesitar para estas semanas", explicó el técnico celeste, pero diga lo que diga, Abalo se quedó en Vigo.
Será una situación cotidiana a lo largo de la temporada, por mucho que Herrera diga que habrá minutos para todos. Herrera no acaba de encontrarle hueco a Abalo en su esquema. El arousano está demasiado encorsetado en su función de extremo clásico, puro, de los de antes, de los que viven al límite de la raya de fuera de banda. Una tragedia si tu entrenador juega sin bandas en la mayoría de los partidos.
Tampoco Abalo ha sabido adaptarse. El año pasado contó con oportunidades, incluso cuando Herrera tiró de él para abrir el juego por las bandas, pero no acabó de responder. Hablamos de un futbolista con un potencial increíble, pero con problemas de autoestima. Las críticas le afectan y le están pasando factura. Bien haría el canterano en fijarse menos en lo que se comenta de él y, sobre todo, en darle la menor importancia posible. Tengo la creencia de que el bajo rendimiento de Abalo está basado en la falta de confianza en sí mismo. No es el primer jugador al que le sucede, ni el único de la plantilla actual al que le cuesta sobrellevar las opiniones negativas del entorno.
Es una pena porque todos creíamos que Abalo estaba llamado a hacer grandes cosas en el fútbol, no solo en el Celta. Otros jugadores con menos talento llegaron más lejos, incluso jugadores a los que se criticaba mucho más. Las opiniones son eso, opiniones, y uno debe tomarlas de forma positiva. Escucharlas, ver en qué se puede beneficiar de ellas, pero nunca permitir que eso le afecte. Tal vez por eso Paco Herrera dijo lo que dijo en rueda de prensa.
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