El tamaño no importa


Una de las grandes novedades de la noche de ayer fue la presencia de Fabián Orellana en el once inicial. El chileno llegó a Vigo el lunes por la noche, fue presentado al día siguiente por la mañana, y tras una única sesión de entrenamiento, la del miércoles, debutaba ayer con la camiseta celeste y fue ovacionado cuando Herrera lo retiró del terreno de juego.

Orellana hizo alarde de su polivalencia. Partía de la banda izquierda, y alternó internadas por esa banda con escapadas hacia el centro para desestabilizar al rival entre líneas. De sus botas partió el centro que Catalá remató impecablemente al larguero y de sus botas saldría el siguiente balón a la madera, gracias a una internada en el área con una vaselina imposible que superó a Barbosa para impactar en el travesaño canario. Hubiese sido la guinda para una presentación más que digna de un futbolista que aporta al Celta cosas que no tenía.

En la segunda mitad, tras la entrada al terreno de juego de Aspas y De Lucas, Orellana pasó al centro, actuando como falso nueve y buscando alguna grieta en la nutrida zaga canaria. Fue precisamente en ese momento cuando llegó la jugada de la vaselina. Herrera lo retiró antes de que finalizasen los noventa minutos de juego, ya que su presencia ante el Elche será importante, y fue ovacionado por una afición que agradeció su entrega, su movilidad y su rendimiento. Es pronto aún, ya que apenas ha jugado un partido con la camiseta del Celta, y aunque no conviene encumbrar al jugador todavía, todos nos fuimos a la cama con la sensación de que ese pequeño y escurridizo chileno es un gran jugador de fútbol.  En su caso, nunca mejor dicho, el tamaño no importa.

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