Borja Fernández podría convertirse en jugador del Deportivo en las próximas horas. La noticia pasaría desapercibida a cualquier aficionado no implicado en el asunto de no ser por la connotaciones especiales del futbolista ourensano, declarado publicamente seguidor celeste. Precisamente estuvo en la órbita del Celta durante el verano de 2006, cuando militaba en las categorías inferiores del Real Madrid, aunque finalmente el elegido sería Pablo García.
A un sector del deportivismo, seguramente bastante reducido, no le gusta mucho la idea de ver a Borja con la camiseta del Deportivo, o mejor dicho, a un seguidor del Celta vestido con la camiseta herculina. Este suceso nos recuerda, aunque en menor medida, a lo vivido por Michu cuando su fichaje por el Sporting era cuestión de horas. El futbolista asturiano se formó incluso en las categorías inferiores carbayonas y llegó a debutar con el primer equipo azulino, y es seguidor del Real Oviedo, lo cual no gustó lo más mínimo en Gijón... ni en Oviedo.
Tal vez esa sea la principal diferencia. En Vigo ni nos hemso inmutado. Bastante tenemos con la Campaña de Abonados, el himno en castrapo de nuestra camiseta, la salida de Trashorras o el miedo por la composición definitiva de la plantilla. En Coruña, todo está mucho más tranquilo, por fortuna para ellos, así que este tipo de cosas igual importan un poco más.
La cuestión aquí es la de siempre. ¿Es tan importante sentir los colores? Bajo mi punto de vista es algo accesorio. Los futbolistas son profesionales, y no es necesario que sean de un determinado equipo. No creo que Borja esté pensando en el Celta cuando juegue un partido con el Deportivo, como seguramente tampoco lo hacía cuando defendía los colores del Real Madrid, Mallorca, Valladolid o Getafe. ¿Por qué importan tanto este tipo de cuestiones? ¿Qué opináis vosotros? ¿Os molesta que un futbolista que se declaró celtista juegue en el Deportivo?
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