Fábrica de laterales


Al final va a ser cierto lo de que “no hay dos sin tres”. Eso fue lo que debió pensar Eusebio cuando, en la temporada 2009/2010, decidió conceder la alternativa a un joven futbolista de Marín que ya apuntaba maneras de buen defensa en las categorías inferiores del Celta. Sin previo paso por el filial, el todavía juvenil Hugo Mallo dio el salto al primer equipo, disputando un considerable número de encuentros en su primera campaña y destapándose como un fantástico lateral en la segunda hasta consolidarse como titular en el once vigués.

En los últimos días ha trascendido el rumor de que el Atlético de Madrid estaría interesado en incorporarlo a sus filas. Su gran temporada y su fantástico Mundial sub-20, donde fue nominado para el Balón de Oro de dicho campeonato, han ampliado su caché y permitido que no sólo el conjunto colchonero, sino también otros grandes de Europa como el Valencia o el Chelsea, deseen contar con sus servicios.

De este modo, resulta inevitable echar la vista atrás y establecer una conexión entre tres futbolistas, tres generaciones y tres localidades unidas por un destino final común: A Madroa. Desde Nigrán hasta Marín, pasando por As Neves, estos municipios han visto como de sus calles han salido, con permiso de gente como Borja Oubiña o Pablo Couñago, las grandes perlas de la cantera celeste en los últimos años: Jorge Otero, Míchel Salgado y Hugo Mallo. Todos ellos defensas, todos ellos laterales derechos, todos ellos con unas características tanto físicas como técnicas similares. Otero abrió el círculo y Mallo lo cierra. Lo dicho: “no hay dos sin tres”.

Como ya hemos comentado, el primero fue Jorge Otero. El de Nigrán era un futbolista ambidiestro, capaz de desarrollarse en cualquiera de las dos bandas, aunque solía hacerlo con más frecuencia en la parcela derecha. Tras llegar de A Madroa, debutó en 1987 con el Celta. Después de dos temporadas en la élite, el descenso del equipo lo obligó a jugar en la categoría de plata, de la cual conseguiría escapar en 1992. Fue a partir de ese año cuando la carrera de Otero vivió una ascensión meteórica. Se hizo amo y señor del lateral derecho celtiña, donde cuajó fantásticos partidos que le permitirían ser convocado por Javier Clemente para la disputa del Mundial de 1994 en Estados Unidos. Era el representante del celtismo, el ídolo del aficionado más pasional que adoraba a un futbolista de la casa, criado en la cantera y que vivía el Celta de manera distinta a los demás. Para el recuerdo quedarán el ascenso de 1992, la final de Copa contra el Zaragoza y sus grandes duelos contra Fran, tanto en Balaídos como en Riazor, que le permitieron ganarse el odio coruñés y la admiración viguesa por su calidad y pundonor. Luego partiría hacia el Valencia, donde se encontró con Luis Aragonés, su gran valedor. De la mano de “el sabio de Hortaleza”, Otero jugaría no sólo en el equipo ché, sino también en el Betis(con el que descendería a Segunda) y en el Atlético de Madrid, al que ayudó a retornar a Primera. Posteriormente, y tras intentar regresar a Vigo, finalizaría su carrera en el Elche en 2005.

Mientras Otero hacía las maletas para marcharse al Valencia, en Balaídos comenzaría a despuntar un joven que, años más tarde, maravillaría al aficionado celeste con su desparpajo, potencia y derroche físico. Nacido en As Neves, Míchel Salgado necesitó de una temporada en Salamanca para adquirir la experiencia necesaria que le permitiese formar parte del mejor Celta de la historia. Tras abandonar el equipo charro, regresó a Balaídos en 1997 donde disputaría dos temporadas en las que el equipo vigués portó la bandera del buen fútbol por varios campos de Europa como Villa Park, Anfield o el Velodrome. En ese conjunto destacaba un joven lateral derecho capaz de vivir de córner a córner durante los 90 minutos de un partido, capaz de monopolizar un flanco del terreno de juego gracias a su talento y sacrificio. Sus buenas actuaciones lo pusieron en el escaparate de los grandes clubes, pero sería el Real Madrid quien consiguiese hacerse con sus servicios. En el club blanco, donde estuvo diez años, lograría cuatro Ligas, dos Copas de Europa, una Intercontinental, una Supercopa de Europa y tres Supercopas de España, así como 53 internacionalidades con la selección nacional. Durante esa década conseguiría forjar la leyenda de “Il Due” hasta que en 2009 abandonó Madríd con destino Inglaterra.
 
Tras estos dos jugadores, los cuales y a excepción de Oubiña son los únicos canteranos celestes que han vestido la camiseta de la selección española absoluta, llega Hugo Mallo. Sus cualidades nos permiten aventurar que terminará como sus predecesores, triunfando en este deporte. Pero esperemos que sus éxitos se inicien en el Celta, donde ojalá permanezca una o dos temporadas más.

Otero, Salgado y Mallo. La saga continúa y parece no tener fin, pues Kevin ya está llamando a las puertas del primer equipo. Está claro que A Madroa es una buena fábrica de laterales, pues todos ellos poseen unas virtudes semejantes: espectacular condición física, buen manejo de balón, notables aptitudes defensivas y capacidad para sumarse al ataque sin rubor. ¿Quién es el favorito de la afición? Para gustos, colores.

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