El protegido


Vaya por delante que siempre he sido un acérrimo defensor de Borja Oubiña, excelente jugador donde los haya y quien, de no haber sido víctima del infortunio en cuanto a lesiones se refiere, podría ser, actualmente, uno de los jugadores más importantes a nivel nacional. Sin ir más lejos, en los dos años que disputó en Primera División con el Celta su nivel fue muy alto, destacando por su enorme sentido táctico, su capacidad para atascar el juego rival y su buen criterio con la pelota en los pies; cualidades todas ellas que le sirvieron para alcanzar el premio de la selección española, donde debutó de la mano de Luis Aragonés en un partido de clasificación para la Eurocopa de 2008 en la que España se proclamaría, finalmente, campeona.

Pero una cosa es lo que pudo haber sido y otra muy distinta lo que es. La realidad, aunque duela, es que Borja Oubiña lleva cuatro años prácticamente inédito. Salvo un escaso número de partidos que disputó durante la segunda temporada en la categoría de plata, además de los pocos minutos que tuvo esta campaña, su aportación deportiva al Celta se puede considerar nula. Desgraciadamente, la lesión de rodilla le ha impedido obtener regularidad y desde que cayera lesionado en Anfield vistiendo la camiseta del Birmingham, el futbolista vigués ha vivido un auténtico calvario. Sin embargo, el club, en un gesto que le honra, ha seguido tratando a Oubiña como uno más, ha sabido tener paciencia y aguardar a su recuperación, proporcionándole, por el hecho de ser de la casa, un trato que de tratarse de otro futbolista no le hubiese dispensado. Lo cierto es que Oubiña le debe más al Celta que lo que el Celta le debe a Oubiña. Y tres cuartas partes de lo mismo se pueden decir de una afición que ha seguido manteniéndolo como un ídolo, pese a no verlo aparecer por el césped de Balaídos.

Desde mi respeto y admiración por el gran jugador que fue (y que, seguramente, siga siendo), además de por la buena persona que ha demostrado ser, me hago algunas preguntas. ¿Por qué el Celta, en su intento de prescindir de las fichas más altas, nunca se ha planteado rescindir el contrato de Oubiña y si el de Trashorras, cuando el rendimiento del segundo ha sido, por razones obvias, muy superior al del primero? ¿Por qué el descartado es Garai y no Oubiña, si el primero ha sido el jugador de campo que más minutos ha disputado en las dos últimas campañas? ¿Por qué se ha dejado escapar a Michu, mientras a Oubiña se le ha ofrecido una renovación hasta 2013 con unos notables emonumentos salariales?

Sólo hay una explicación. Oubiña es el “protegido” de la directiva. Es algo que comparto en parte, pues entiendo que el canterano es un ídolo para la afición y además es el estandarte de un Celta que, más que nunca, es “made in A Madroa”. Yo mismo, en un artículo anterior, hablé sobre su recuperación y sobre el deseo de que volviese a ser el futbolista que era. Pero, no entiendo que, si el objetivo es el ascenso, se apueste más, con todos los respetos, por un jugador que lleva prácticamente cuatro años parado, que por unos futbolistas que, el curso pasado, demostraron que podían llevar el Celta a Primera. Esperemos que Oubiña vuelva a ser el que era, demostrándome que soy yo, y no la directiva, el que estaba equivocado.

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