Lo cierto es que, en las últimas fechas, es harto complicado ser aficionado de un equipo como el Celta. Bueno, realmente, no sólo del Celta, sino de todo aquel que no sea Real Madrid o Barcelona. Estos dos conjuntos vienen monopolizando el fútbol nacional en los últimos años, y no sólo a nivel deportivo, sino también periodístico. Cuesta encontrar, en cualquier informativo, una mera mención de más de un minuto a cualquier club del país que no sea uno de estos dos colosos; y tres cuartas partes de lo mismo podemos decir de la prensa escrita.
Entre los numerosos protagonistas que comparten esta dual actualidad deportiva, uno sobresale por encima de todos: Jose Mourinho. El irreverente técnico portugués, contratado por el Real Madrid con el fin de terminar con la dictadura blaugrana, es una máquina de hacer titulares y copar portadas desde su llegada a la Casa Blanca. Su fuerte carácter, sus polémicas declaraciones y sus espectaculares actuaciones (como la protagonizada en la última Supercopa de España, incrustándole el dedo en el ojo a Tito Vilanova), las cuales rayan en innumerables ocasiones la mala educación, lo han convertido en una de las personas más conocidas de este país. Para bien o para mal, el preparador de Setubal es un fenómeno social.
Y para muestra, esta última semana. Desde el lamentable incidente, uno más en su dilatada carrera, Mourinho ha sido víctima de una enfervorizada crítica desde Barcelona, al tiempo que es protegido por el más pasional de los aficionados blancos, que ve en él al perfecto guía capaz de derrotar al gran rival y elevar al Real Madrid a los altares del fútbol nacional y mundial. Lo que a algunos nos parece incomprensible, es una realidad. Durante la disputa del Trofeo Santiago Bernabeu fueron numerosas las pancartas, cánticos, vítores y muestras de apoyo a Mourinho, el cual se dio un baño de multitudes en el coliseo blanco. De esta manera, los hinchas del conjunto madrileño buscaron demostrarle que su fe en él es inquebrantable, dispuesta a superar cualquier crítica o acusación. Los madridistas están a muerte con él, y así lo reflejan las encuestas, pues un 98% de los socios está a favor de su gestión como técnico en el club blanco.
Y como la comparativa es una actividad habitual en el ser humano, en esta ocasión no iba a ser menos. Mientras veía como el entrenador merengue era vitoreado, aplaudido y ovacionado, una y otra vez, durante la disputa del partido, pensé: ¿qué será de nuestro Mouriño?.
El presidente celeste ha estado en el ojo del huracán durante toda la pretemporada. Su gestión, basada en una política de austeridad máxima, nunca fue del total agrado de la afición. Pero, lo que hasta ahora era entendible, durante este último mes se ha vuelto incomprensible. El hincha no ve normal que se dejen escapar, pues no se ha recibido ni un solo euro a cambio, a jugadores tan importantes la pasada campaña como Michu, Falcón, Trashorras y Garai. Especialmente polémico fueron los dos últimos casos, sobre todo el del centrocampista lucense, pues eran dos futbolistas con contrato en vigor y que abandonaron el club sin dejar un solo céntimo en las arcas viguesas con la única excusa de que el club se ahorraba su ficha.
Asimismo, tampoco gustó la campaña de abonados. Mientras otros equipos ya estaban en marcha, el aficionado celeste tuvo que esperar hasta el 21 de julio (un mes más tarde el último partido de la temporada) para poder darse de alta o renovar el carnet. Sorprendentemente, los precios se encarecieron, al tiempo que se produjo una modificación en las categorías que no gustó a la parroquia celeste. Además, a día 23 de agosto, se presentó el vídeo promocional de la campaña de abonados, el cual tampoco gustó a gran parte de la hinchada por tocar el tema del derbi sin venir a cuento.
Por otra parte, estarían otros temas como el de las camisetas. La primera equipación, con el himno en gallego mal escrito, ya está en las tiendas, pero no así la segunda, por la que todas aquellas personas con una talla mayor que la XS aún siguen esperando.
A causa de todos estos motivos no se espera un recibimiento cordial a Mouriño el próximo 7 de septiembre en el partido de Copa del Rey frente a la U.D. Las Palmas. Lo más lógico sería la sucesión de protestas hacia un modelo de gestión que está subordinando, completa y absolutamente, los ámbitos deportivo y social al económico, algo que no acaba de tener mucho sentido en un club de fútbol, el cual, y por muy mal que esté la situación económica (que lo está y es lógico que reciba mayor atención), vive del balón y de sus aficionados.
Así, el aficionado céltico tiene dos opciones: protestar y hacerle ver al presidente su descontento; o taparse los ojos, negar la realidad y aplaudir a raudales, tal y como hacen con “el otro Mouriño”.
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